No son una entidad caritativa. Tampoco pretenden realizar una tarea que le corresponde a las administraciones públicas. Son un grupo de vecinos que trata de tejer barrio y apoyar de forma directa a las personas que lo necesiten. Una iniciativa que nació en pleno confinamiento que ha crecido, se ha ramificado y ahora se presenta en siete idiomas según los carteles que han lanzado para difundir su labor. Castellano, chino, inglés, francés, árabe, portugués y rumano. Una diversidad que va creciendo según aumentan los colaboradores de la Red de Ayuda de Torrero.

«La gente del barrio tiene necesidad». Así de escuetos resumen la situación actual algunos de los portavoces de esta iniciativa que pone el foco en los problemas de vivienda que se han detectado entre los vecinos del distrito. Desde hace unos meses se han encontrado con la necesidad mejorar las condiciones de familias desahuciadas o desplazadas por falta de ingresos a viviendas «sin mobiliario, sin medios para adquirir prendas de abrigo, sin ingresos para alimentación y toda clases de necesidades que conlleva la precariedad».

Torrero brinda una oportunidad a las personas con dificultades dada su composición, puesto que hay barrios de la ciudad en los que los alquileres prohibitivos impiden que arraigue la población. Algo que no pasa de forma tan escandalosa en esta zona de Zaragoza, puesto que por su condición obrera cuenta todavía con bastantes edificios antiguos y de rentas más asequibles. Pero nada de eso es garantiza de mejores condiciones, pues la situación sigue siendo alarmante. «La última familia a la que apoyamos aportando mobiliario está pagando 750 euros por un piso viejo y sin acondicionar», matizan.

La red se vuelca en ayudar y cuidar en todo lo que sea posible. Donan alimentos, echan una mano a la hora de gestionar tareas burocráticas (desde seleccionar la mejor tarifa de luz y gas hasta solicitar algún tipo de subvención), ofrecen cuidados e inclusión colaboran en la educación de quienes así lo necesitan. Una voluntaria ofrece clases desde Alemania. Así de lejos llegan con una iniciativa en la que participan desde históricos de la lucha vecinal hasta personas vinculadas a asociaciones y entidades que van desde las asociaciones de padres y madres hasta la propia Kike Mur.

Recursos e inversiones

Hemos tenido una «avalancha brutal» de peticiones, aseguran. Algo que también se refleja en el grupo Necesito-Dono de Facebook en el que más de 500 personas se ofrecen para intercambiar mobiliario o enseres. Y ahí es donde han confirmado la diversidad del distrito. Volcada en colaborar. La propietaria de un bar regentado por una familia de origen chino ha sido al encargada de traducir el cartel a su idioma. «El comercio de proximidad es el que más nos ayuda, y en estos momentos el comercio de proximidad también puede ser árabe o latino», celebran con convicción comunitaria.

Destacan, como si fuera necesarios, que su intención no es crecer. Lo que buscan es favorecer la vecindad y que realmente su tarea social la desempeñen las personas a las que les corresponde. «Exigimos que las administraciones apuesten por una sanidad y educación públicas dotadas de recursos e inversiones necesarias y dejen de favorecer la sanidad privada y la educación concertada y por unos servicios públicos directos, de calidad, sin externalizaciones ni privatizaciones, que sean garantes de una atención rápida, individualizada y especializada», reza el manifiesto con el que acompañan la difusión de sus carteles multilingües.

La red de Torrero, en la que participan más de un centenar de personas, se suma a otras iniciativas similares que han proliferado en la ciudad (y en el resto de España). En barrios como La Almozara, el Actur, Jesús, Delicias, El Gancho, La Jota, Las Fuentes, La Magdalena, Oliver o San José existen grupos a los que se puede acudir en el caso de necesidad. Todo de forma altruista. Apoyo mutuo.