Durante dos largos días una joven oscense permaneció retenida en contra de su voluntad por su novio, quien, además la torturó realizándole cortes en las extremidades. Con ello pretendía saber dónde había ocultado ella las joyas robadas a su madre.

El Cuerpo Nacional de Policía pudo poner fin a esta agresión, después de que la joven aprovechara una breve ausencia de su captor, identificado como J. G. J., así como de sus dos compinches. Fue corriendo a casa de un familiar quien la ayudó y trasladó a la comisaría de la capital oscense donde fue asistida por la Unidad de Familia y Mujer (UFAM).

Allí explicó que durante 48 horas estuvo sentada en una silla y que sus captores le exigían saber dónde estaban las joyas. Para conseguir su confesión, según la denunciante, no dudaron en agredirla y amenazarla de muerte. Pero ella aguantó sin decir nada hasta que le salió la oportunidad que culminó con un importante operativo policial desplegado el oscense barrio del Perpetuo Socorro.

Los agentes, previa autorización judicial, realizaron dos entradas y registros en dos propiedades, además de detener al novio de la joven, identificado como J. G. J. y a un amigo de este, L. H. G., quien actuó de compinche. Ambos fueron enviados provisionalmente a la cárcel, si bien el tercer arrestado fue puesto en libertad dado que su participación en los hechos fue de menor entidad. No obstante, el juez decretó una orden de prohibición de comunicación y otra de alejamiento con respecto a la víctima.

Una prisión provisional justificada no solo por los delitos de retención ilegal y lesiones, sino también por tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas.

Todo porque cuando los agentes accedieron a dos viviendas, tras desplegar un importante dispositivo policial, pudieron intervenir diversas armas blancas utilizadas para intimidar y agredir a la víctima, un revólver detonador manipulado, joyas, 16 gramos de cocaína, así como productos para la adulteración de la droga y utensilios para su distribución.

DETENCIONES PREVIAS

Los tres arrestados no eran desconocidos para la Policía Nacional, tal y como admitieron ayer fuentes policiales que destacaron que con «son delincuentes habituales, con multitud de antecedentes por delitos contra el patrimonio».

El novio de la joven fue detenido en noviembre, después de que robara en un centro religioso donde la comunidad gitana oscense celebra el culto. Las víctimas se enteraron de quienes habían sido y cuando fueron a pedirles explicaciones, estos devolvieron todo. En otra ocasión, J. G. J. junto a L. H. G., fueron arrestados debajo de la mesa de una casa a la que habían accedido a desvalijar. La agresividad de ambos es patente. En junio, uno de ellos llegó a desencajar la puerta del vehículo policial y a fracturar los cristales de seguridad del mismo tras el arresto.