Los vecinos de Santa Eulalia, pueblo zaragozano muy próximo a Ayerbe, están intranquilos porque las obras del puente sobre el río Gállego, en la principal vía de acceso a la localidad, avanzan "con excesiva lentitud", según apunta José María Belío.

En principio, los trabajos deberían a lo largo de la segunda quincena de febrero o la primera semana de marzo. Pero "al ritmo que llevan los trabajos no se va a poder reanudar el tráfico antes de Semana Santa", señala el residente, que explica que "la culpa no es de los operarios, pues son pocos y tienen su horario".

En una reparación de estas características, en la que se corta una vía de comunicación, "se necesita más personal y, al menos, dos turnos de trabajo, pues actualmente hay solo uno", opina Belío."No puede ser que desde las cuatro de la tarde se detengan los trabajos", protesta.

"A este ritmo, 12 semanas"

Belío señala que los responsables del lento avance de la obra están en la Administración autonómica. "Pero los perjudicados somos todos nosotros, los vecinos, que hemos visto nuestra vida alterada y no sabemos hasta cuándo".

Cuando empezaron las obras, los habitantes de Santa Eulalia, apunta, hicieron acopio de combustible para calderas y vehículos, agua, alimentos y piensos. "Nos armamos de paciencia con la ilusión, entre comillas, de ver empezar y acabar las obras lo antes posible".

Sin embargo, "a día de hoy, los operarios, los pocos que hay, están trabajando en el prime cuarto del puente y en las fotografías se puede ver el avance realizado en dos semanas", relata. A este paso, "echar la primera capa de lo que será la calzada falta, por lo menos unas semana más", asegura.

A este ritmo, calcula, "si un cuarto de puente tiene un coste, en tiempo, de tres semanas, como son cuatro cuartos, la duración, en tiempo es de 12 semanas". Y el puente ya lleva dos semanas cortado, lo que significa que, "si no se acelera la obra", se rebasará la Semana Santa, que cae a caballo de marzo y abril.

Trastornos cotidianos

La prolongación de la duración de los trabajos se traduce en inconvenientes y graves trastornos para la vida cotidiana de los habitantes de Santa Eulalia, dado que trabajan fuera del pueblo y, para cualquier servicio, ya sea sanitario o de compras, tienen que ir a Ayerbe y a Huesca.

"Nos hemos habituado por obligación", resume Belío. "A base de quejarnos, conseguimos que pusieran luz en el puente y vigilancia para los coches aparcados en el lado de Ayerbe", recuerda.

Aun así, el puente cae relativamente lejos del pueblo , a dos kilómetros que recorren en un vehículo que ha alquilado el ayuntamiento y que lo conducen voluntarios en diferentes turnos en los que tienen que extremar las medidas sanitarias.