Los 146 niños saharauis que disfrutan del programa Vacaciones en paz en Aragón llegaron ayer al aeropuerto de Zaragoza para reunirse o reencontrarse con sus familias de acogida o sus cuidadores, con los que pasarán dos meses lejos de las duras condiciones de los campos de refugiados del Sáhara occidental.

Aragón puede presumir de haber mantenido el nivel de acogida, gracias al trabajo de las asociaciones implicadas como Arapaz, Um Draiga, Alouda, Lestifta o Asaps. En el conjunto de España, la cifra de niños que se beneficia de este programa ha bajado de unos 10.000 a 4.500 a lo largo de la crisis. La explicación, según explicaba Oriol, de Arapaz, está en el apoyo de las instituciones. "Para las familias siempre es un esfuerzo, pero aquí el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón colaboran, con lo que al menos no tienen que pagar los billetes", explicó.

Impaciencia

Desde las 10.00 horas, las familias comenzaban a arremolinarse en las puertas de llegadas del aeropuerto, pese a las indicaciones de los organizadores que les instaban a esperar en la cafetería. Ni amenazando con el látigo podían despegarles de la zona, para poder volver a abrazar a sus hijos de verano o conocer a los nuevos.

Era el caso de Eduardo Lainez, un zaragozano que, por segundo año, acogerá en su casa a Buyemaa, un pequeño de 11 años al que estaba deseando volver a ver. Durante el año ha mantenido algún contacto, aunque "es difícil, porque apenas hablan el idioma. Pero también es bonito, cómo se hacen y te haces entender", explicaba.

"El año pasado, cuando llegó, le sorprendía todo, desde las puertas automáticas hasta los grifos del agua o la luz. A mí me llamó la atención que se volvía loco en la piscina --la DPZ les permite el uso gratuito de una en Zaragoza--, cuando desperdiciaban el agua de la ducha. Y en el supermercado, era su recreo", añadió.

Su caso, con pareja pero en paro, es paradigmático de que cualquiera puede ayudar, en la medida de sus posibilidades. "Nos dijimos que era solo cuestión de un poco más de arroz y macarrones", no cuesta tanto. Ahora tocará, "lo primero", las revisiones médicas para comprobar que están bien. Y luego, a disfrutar de un verano en paz.