La viuda de Rufino Arranz aseguró ayer que nada le hizo imaginar que su amante y novio de juventud, J. M. M-F. M., pudiese haber matado a su marido, sobre todo porque este no le dijo que el día de su asesinato, el 21 de noviembre del 2011, había ido a Valladolid. El amante, agente de Policía que estaba destinado en Zaragoza, se enfrenta a una condena de 20 años de prisión como presunto autor del crimen, en el juicio que se desarrolla en la Audiencia de la provincia castellanoleonesa desde el pasado viernes y hasta mañana.

La viuda de Arranz reconoció ayer ante el jurado que mantenía una relación extramatrimonial con el agente, desde el 2009, y que incluso continuó tras la muerte de su marido, pues no se imaginaba que su amante hubiese podido cometer el crimen. Este explicó el pasado viernes que se desplazó a la ciudad para cortar con ella en persona, pero que al ver el bullicio en la calle, por el asesinato, decidió irse.

En la jornada de ayer también declaró una hija del matrimonio, que explicó que la familia estaba al corriente de la relación extramatrimonial de su madre y que su padre "lo pasaba muy mal".

COJERA Los testigos que en el momento del asesinato estaban por la calle recordaron cómo vieron a un encapuchado huir del lugar, con algunos problemas para andar. El policía fue operado al día siguiente en Zaragoza por una lesión de rodilla. La complexión del agresor también coincidía, según la expusieron, con la de J. M. M-F. M.. Aún así, ninguno pudo asegurar al 100%, preguntados por la letrada del agente, la penalista Olga Oseira, que se tratase del mismo hombre.

Tampoco los agentes de la Policía Científica que analizaron el escenario del crimen encontraron ni una sola huella ni indicio que acreditase que el policía fuese el autor del asesinato, tras el cual el agresor se llevó algunas pertenencias de Rufino Arranz.

El juicio continuará hoy con la declaración de otros testigos presenciales y del agente que instruyó la investigación, según la cual el agente viajó a Valladolid aquel día --como él mismo reconoció posteriormente--, y simuló un atraco al marido de su amante para acabar con su vida a cuchilladas, en plena calle.

La Fiscalía pide para él 20 años de prisión y apuntó ante el jurado en la primera jornada que se trata de un crimen pasional, motivado por la necesidad del acusado de librarse del principal obstáculo para su relación con su antiguo amor.

La defensa pide la absolución, señalando que no existe tal obstáculo, ya que mantenían --y mantuvieron-- la relación con independencia de que ambos estuviesen casados. Además de que no hay ninguna prueba directa (huellas, rastros biológicos, etc.) que sitúe al agente como agresor. Para la Fiscalía, preparó el escenario gracias a sus conocimientos como policía.