El Instituto de Salud Pública del Ayuntamiento de Zaragoza trabaja desde hace unos días en muestreos y tratamientos en los ríos Ebro y Gállego para evitar la proliferación de mosca negra, cuya presencia ha aumentado por la mayor existencia de macrófitos debido al escaso caudal y las altas temperaturas.

La baja cantidad de agua en los ríos ha favorecido un mayor crecimiento de macrófitos y algas, el "lugar ideal" para la puesta de la mosca negra, ha explicado a Efe el veterinario Emilio Martínez, jefe de la citada unidad, quien ha destacado que en los dos o tres últimos años la situación estuvo "bastante controlada" dado que hubo avenidas y riadas que limpiaron los cauces de estas plantas acuáticas.

Aunque los estudios para conocer la presencia de mosca negra en Zaragoza comenzaron en 2008, con motivo de la Exposición Internacional, no fue hasta 2011 cuando se produjo un pico y se detectó que estos insectos llegaban tanto del Pirineo, a través del Gállego, como desde el Delta, por el Ebro.

Desde entonces, a partir de mayo, el Ayuntamiento de Zaragoza realiza prospecciones tanto en el Ebro como en el Gállego, las dos zonas localizadas como lugares de puesta, dado que también se han llevado a cabo estos sondeos en el Canal Imperial o en el río Huerva "y no ha habido problemas", ha explicado.

El problema de la mosca negra, explica Martínez, es que puede actuar en un radio de 20 ó 25 kilómetros y se desplaza para la puesta de larvas, lo que significa que una hembra adulta, que es la que pone y suele morder, puede provenir de zonas de fuera del municipio de Zaragoza, que es el área en el que tiene competencia esta unidad, en las que no se aplican tratamientos.

Los muestreos que se realizan en la capital aragonesa se centran en los tramos del barrio rural de Juslibol, en la Pasarela del Voluntariado, en el Puente de Piedra, en el azud y la Cartuja Baja y los tratamientos que se aplican se realizan en los mismos puntos.

En función de la densidad larvaria que revelan se lleva a cabo un tratamiento con bacilo, un larvicida biológico que no afecta a la flora ni a la fauna del río, y posteriormente se vuelven a hacer muestreos para comprobar la efectividad y en función de la densidad se aplican más o menos tratamientos.

Los controles se realizan cada dos o tres semanas durante todo el verano, dado que la mosca negra tiene varios ciclos reproductivos al año, aunque el pico de la mosca es mitad de julio y cuando se comprueba que existe una densidad larvaria menor y que hay menor incidencia se dejan de hacer.

A diferencia del mosquito, que pica con su aguijón, la mosca negra muerde porque tiene aparato bucal y aunque no transmite ninguna enfermedad su saliva tiene un alto poder alérgeno, por lo que produce una reacción alérgica "muy importante".

Martínez ha apuntado además que no estamos acostumbrados a este tipo de mordedura y que el organismo puede, progresivamente, ir adaptándose y solucionando a nivel interno este tipo de alergias de forma más controlada, pero ha incidido en que "inicialmente produce una reacción importante".

Por ello, entre las recomendaciones pare evitar estas mordeduras, los expertos aconsejan llevar ropas claras, dado que las detectan peor que las oscuras en movimiento, a ser posible cubrir la mayor parte del cuerpo -porque a diferencia del mosquito no atraviesan la ropa- y llevar repelentes que contengan geranioles o citronelas, además de evitar las zonas próximas a las riberas y, en caso de mordedura y de reacción alérgica fuerte, acudir al centro de salud.

También a diferencia del mosquito, estos insectos muerden "por la mañana y por la tarde", aunque evitan las horas de más calor, pero si la jornada no es muy calurosa pueden actuar "todo el día".