El Laboratorio de Investigación en Fluidodinámica y Tecnologías de la Combustión (Liftec) es un centro mixto en el que participan el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Zaragoza. Ahí se ha dado el primer paso hacia el futuro en los colegios y su pelea conjunta: contra el covid y contra el frío. Lo enseñó ayer en el CEIP Tenerías el catedrático Javier Ballester, encargado de formar a los docentes de ese centro para que sepan conjugar la ventilación de los espacios con el confort térmico. Al contrario de lo pregonado tantas veces, no hace falta pasar frío ni tener abierto de par en par. Solo hay que aprovecharse de los medidores de CO2, utilizar sus datos y escuchar las opiniones expertas para aprender cómo, cuándo y cuánto hay que airear.

El método más efectivo para mejorar la calidad del aire no son las aperturas totales e intermitentes que se siguen haciendo en muchos colegios, sino la ventilación continua, con ventanas medio abiertas o con rendijas. Así se puede conseguir un ambiente limpio y, al mismo tiempo, mejorar el confort térmico. El objetivo es establecer un protocolo que, con el apoyo de la medida de CO2, ajuste la apertura suficiente en cada momento.

«El éxito será que haya un medidor en todas las aulas de todos los colegios», dice Ballester, que precisa que el problema de la ventilación «es complejo» porque no todas las clases son iguales, pero insiste en que se puede «aprender a ventilar siempre bien, lo cual no quiere decir que haya que ventilar todos los días igual».

«¿Por qué medir el dióxido de carbono?», se preguntan en los colegios. Pues bien, diversos estudios asocian el CO2 como un marcador de la carga viral en el aire. Los humanos lo emiten al respirar, por lo que su concentración es un buen indicador de la calidad del aire en la estancia, ya que permite conocer qué proporción ha sido respirado por los ocupantes de ese espacio. «Consiguiendo controlar esta medida y vigilando que no alcance valores no deseables podemos conseguir un ambiente sano en el interior del inmueble, permitiendo mantener el confort térmico y ayudando con ello a la sostenibilidad medioambiental, al reducir el consumo para la climatización del aula», informan en el ayuntamiento.

De momento, se han empezado a distribuir sensores de CO2 en los colegios, donde se forma en su uso a los equipos educativos. Los datos serán monitorizados por el laboratorio, que colaborará para que cada colegio, incluso cada aula, tenga su propio protocolo. «En cada clase se debe renovar el aire sin pasar más frío del necesario».

Es decir, no hace falta estar las 5 o 6 horas de una mañana gélida y ventosa con todas las ventanas de un aula abiertas a buenos ratos, mientras los alumnos se forran con abrigo, gorro y hasta guantes. Basta con comprobar en el medidor que la cantidad de CO2 no supere las 800 partes por millón de moléculas de aire. 700 se estima ya adecuado para un espacio cerrado. A partir de ahí, la cantidad y el modo de ventilación dependerá de las condiciones de cada aula y del clima. En un día tranquilo hará falta una mayor ventilación, pero si hace viento es probable que con aperturas mínimas sea suficiente.

«Son muy pocos los espacios donde una buena ventilación no pueda evitar los contagios por aerosoles», indica Ballester, que matiza: «Eso sí, siempre tiene que haber algo abierto». En este sentido recomienda la «ventilación cruzada distribuida», que implica abrir tanto ventanas como puertas y que las zonas abiertas estén repartidas por todo el espacio y no concentradas en una misma zona.

Víctor Serrano, concejal de Urbanismo, dice que lo más importante es que los centros sean capaces de «protocolizar» para compaginar la seguridad con el confort térmico. Los medidores han llegado al 60% de los colegios de Infantil y Primaria de Zaragoza, aunque se irán moviendo una vez que se vayan elaborando los protocolos en cada uno. «Debemos combinar la prevención frente al virus, los sistemas de ventilación, el ahorro energético y el cuidado del medioambiente con las máximas garantías de confortabilidad para nuestros niños».