Hasta en la más absoluta penumbra se vislumbra una mínima luz. La temporada del Zaragoza vaga entre la tristeza, la decepción y el miedo, todavía escondido por el colchón de siete puntos, del descenso a Segunda B. Muchas asignaturas pendientes tiene el conjunto aragonés y su recuperación está siendo paulatina, aunque está abocado a repetir curso en Segunda, pero en una de ellas está mejorando, que es el bagaje en La Romareda. Eso sí, los números siguen siendo muy pobres. Pero por algo se tendrá que empezar.

La Romareda está lejos todavía de ser un fortín, pero la línea en casa desde que Víctor Fernández cogió las riendas del equipo es ascendente y, aunque no da para arrimar el hocico a los puestos de honor, sí que ha ayudado a que, al menos, no esté quemándose en la zona baja, como estaba hace bien poco.

El Zaragoza ha conseguido 10 de los últimos 15 puntos en juego en La Romareda, solo uno menos que en los otros diez partidos anteriores disputados en el feudo blanquillo. Y esa mejoría ha venido de la mano de la recuperación de la firmeza defensiva, un aspecto del juego tan indispensable como volátil en el equipo aragonés. Con Víctor Fernández se ha echado el cerrojo a La Romareda y así es más fácil ganar.

UN AÑO DESPUÉS

Los números actuales, se podría decir, entran dentro de un baremo lógico. Lo anormal era que un equipo llamado a pelear por cotas más altas fuera el segundo peor local de la categoría y solo hubiera dejado su puerta a cero en casa una vez en toda la temporada. Al fin el Real Zaragoza ha conseguido no encajar en casa, salvo por el borrón del Almería y el dichoso balón parado. Y todo ello a pesar de los desmesurados intentos de Cristian Álvarez por conseguir evitar recoger el balón de la red.

Los blanquillos vencieron al Real Oviedo por 2-0 y tampoco encajaron ante el Albacete (0-0), por entonces líder de la categoría de plata. Después llegó el Almería para fulminar la reacción y la buena línea en casa para ganar 1-2 en un encuentro que se ha convertido, afortunadamente, en un eclipse, porque después la reacción ha estado a la altura con los triunfos ante el Elche (1-0) y el Nástic de Tarragona (3-0). Es decir, cuatro porterías a cero en los últimos cinco partidos en casa.

El Zaragoza poco a poco va desperezándose al calor del hogar. No ganaba dos partidos consecutivos en La Romareda desde el gran esprint final de la pasada campaña que permitió al conjunto blanquillo disputar la estéril promoción de ascenso a Primera División. Fue en mayo del curso pasado, en las jornadas 40 y 41 contra el Albacete (4-1) y Real Valladolid (3-2). Así hasta los triunfos contra el Elche y el Nástic de Tarragona. Casi diez eternos meses.

Si ese tiempo es largo, para recordar dos victorias seguidas sin encajar hay que remontarse todavía un poco más, concretamente hasta enero y febrero, hace más de un año. Entonces el Zaragoza se impuso al Tenerife y al Córdoba por la mínima (1-0) en el comienzo de la segunda vuelta y después completó su buena racha con otro triunfo a cero contra el Lugo (2-0).

La mejoría atrás es un buen primer paso para seguir mejorando en La Romareda, aunque el daño anterior costará cicatrizarlo. El Zaragoza ha pasado a ser el segundo peor local tras el Extremadura con 11 puntos a ser el cuarto con 21, solo mejor que los tres equipos que ocupan los puestos de descenso junto con el desaparecido Reus, y el segundo menos goleador en su casa (16) tras el Nástic de Tarragona (14) y gracias a los tres tantos que le endosó el pasado lunes precisamente a los catalanes. Un bagaje pobre, pero que está mejorando.