Los dos tenían 14 años. Pura casualidad. Los dos fallecieron atropellados. Eso ya no es tanta casualidad, pues se trata de la mayor desgracia de las carreras, la única inevitable. No hay nada que hacer con eso. Los últimos fallecimientos de pilotos se han producido así, por atropello. Y no porque tuviesen 14 años. O pilotasen motos muy potentes. Y, desde luego, no porque no tuviesen experiencia, pues ambos, Andreas Pérez (Montmeló 2018) y Marcos Garrido (Jerez 2019), llevaban desde los cuatro años montados en motos. Primero, jugueteando con ellas y, luego, corriendo, ya más en serio.

Esa armada invencible, española, sí, «no surge de la nada, no aparece de la noche a la mañana, es fruto de mucho, mucho, esfuerzo y sacrificio y, sí, en un deporte de riesgo, donde las familias temen lo peor, pero donde todos somos conscientes de lo que nos jugamos», señala el heptacampeón del mundo más joven de la historia, Marc Márquez (Honda), nada más pisar el trazado de Termas de Río Hondo, en Argentina, escenario este fin de semana del próximo GP.

Todos los aquí presentes empezaron de niños. Todos tuvieron 14 años. Y menos. Y más. Y a todos les duele hoy el alma por la pérdida de Marcos Garrido, como les dolió la muerte de Andreas Pérez, en Montmeló. «Yo entiendo a todo el mundo. Es un tema muy, muy sensible», insiste Márquez. «Es un momento duro, difícil, para nuestro deporte. ¿Por qué?, porque no se mueren tantos pilotos y, claro, cuando surge el accidente, la noticia se amplía. Esto es una pasión de vida. ¿No hay riesgo en el paracaidismo y tantas otra actividades?, sí, pero también es apasionante».

El actual pentacampeón de MotoGP, el hombre que, desde el 2013, revolucionó el pilotaje apoyándose en la pista con la rodilla, el codo y hasta el culo, explica que «tanto Andreas como Marcos murieron practicando su deporte favorito. Eran felices. Murieron haciendo lo que más les gustaba hacer. Cuando eres pequeño, sufren tus padres, pero tú ni te enteras, tú corres porque te apasiona, porque te divierte, jamás piensas en el riesgo. A esas edades, no detectas el peligro ni yendo en bicicleta. Yo de pequeño, de muy pequeño, prefería correr en moto, que estar en casa, en el sofá, con la PlayStation».

Recuerdo que un día le pregunté a Roser Alentá, la madre de Marc y Álex Márquez, si se había acostumbrado a sufrir. «A eso, lo siento, pero no te acostumbras nunca. Los has visto de pequeños, con cuatro y cinco años corriendo. Ellos están acostumbrados a eso. Ellos nunca notan el peligro. Saben lo que hacen. Siempre les digo ‘hijos, hacéis un trabajo duro, de riesgo, intentad volver a casa enteros, como Dios manda’. Y, sobre todo, les pido que, cuando se caigan, se acuerden de que les estoy viendo por la tele y que levanten una mano, para que sepa que están bien».

«Lo más peligroso de nuestro deporte, como ya se ha visto en los últimos años, es que un piloto se caiga y el que viene detrás te atropelle», me contó ayer el mítico Valentino Rossi. «Pero una cosa tengo clara: la pista, el circuito, es el sitio menos peligroso para practicar el motociclismo, porque quisiera recordar que, al menos en Italia (en España, es un año más, 15), los niños de 14 años pueden llevar scooters de 50cc. Y, la verdad, en lo que se refiere a la edad, sinceramente, no veo qué es lo que puede cambiar de correr con 14, 15 o 16 años. Es un deporte peligroso y hay que estar atento, pero es así».

«No nos fijemos en la edad, yo recuerdo que Lluis (Salom), Tomi (Shoya Tomizawa) o el mismo Marco (Simoncelli), ya eran mayores cuando fallecieron por absurdos accidentes en la pista», relata Jorge Lorenzo. «Si nos guiasen con mando a distancia, como si fuésemos pilotos de la PlayStation, no ocurriría nada de esto, pero, desde muy pequeños, hemos disfrutado de nuestra pasión, hemos aprendido a pilotar, estamos acostumbrados y sabemos, también nuestras familias, el riesgo que corremos».

«Es muy duro, ¡claro que es duro!, perder un compañero de 14 años», señala Aleix Espargaró, «pero, al final, las motos te educan a que tienes que madurar y crecer con eso, con el riesgo y, aunque tu cerebro no piense en ello, la caída, la lesión, el daño, el peligro, la muerte, ocupa un rinconcito en tu mente». «Cuando nosotros llegamos al Mundial tenemos 16 años y, como poco, diez de ellos ha sido adquiriendo experiencia en todo tipo de motos y carreras». Eso sí, el mayor de los Espargaró reconoce que, desde hace un año, desde que tiene a sus mellizos en casa, su cabeza le da vueltas a muchas cosas.

EMPEZAR JOVEN

«Es evidente», tercia y reflexiona desde Tucumán Maverick Viñales, «que si quieres correr el Mundial y esa es la meta de todos nosotros ¿no?, tienes que empezar a correr de niño. Recuerdo que a los 12, a los 13, a los 14, te metías unos palos que no veas. Te levantabas y no sabías dónde estabas, ni quien eras. Me caí mucho, me hice daño, pero jamás di un paso atrás o retrocedí en mi idea de ser piloto».

Los hay, sigue contando Viñales, con todo el respeto del mundo hacia su deporte y dolor en su corazón por los compañeros desaparecidos, que interpretan subirte a la moto de niño «como si salieses al recreo y alguien te tirase un balón, lo paras con el pecho y lo chutas; pues eso, ese era nuestro entretenimiento». Es más, MVK se atreve a decir que «las motos, las carreras, es con lo que más me he divertido, y me divierto, en mi vida, a los cinco, a los 14 y, ahora, a los 24. Es lo que me mantiene feliz».

Eso sí, como Marc, como Vale, cuyo padre Grazziano, también fue piloto, como Jorge, cuyo padre, Chicho, fue su primer entrenador y aún hoy le asesora, como Aleix, cuyo hermano campeón Polyccio es otro apasionado y como Sito, Viñales sabe que «la familia, pese a que te apoya a tope, siempre sufre e, incluso, puede que tu pasión, tu deporte, lo que acaba convirtiéndose en tu profesión, sea motivo de enorme preocupación. Pero es lo que hemos escogido nosotros».