Es hermoso y, sobre todo, potente. Muy potente. Tiene 12 años y muchísimos pretendientes. Kannan, un semental castaño, es el caballo más caro de Europa. También, uno de los mejores saltadores del mundo. El pasado fin de semana, Kannan, el bárbaro fue la gran atracción del Concurso de Saltos Internacional de La Coruña, de la categoría cuatro estrellas, que se celebró en Casas Novas. No ganó, pero fue el más admirado, el más deseado.

Hijo de Voltaire, uno de los sementales más famosos de todos los tiempos, y de Cemeta, Kannan es un caballo diferente. Unico. Como el precio que pagó Michel Hecart, por él: 2,50 millones de euros (unos 416 millones de pesetas). Este jinete francés lo cuida con mucho mimo por su vocación deportista y, especialmente, por su desmesurada ambición económica. Tras una inversión tan espectacular, las cuentas empiezan a cuadrarle. El negocio va muy bien porque la demanda de sementales es muy elevada. "Un caballo de estas características sólo se puede rentabilizar utilizándolo como reproductor", comenta, orgulloso, Hecart.

Los datos que maneja el jinete francés son realmente espectaculares. En el 2003, Kannan, que mide 1,72 metros, cubrió 200 yeguas. Casi 17 al mes. En el 2004, espera que su caballo se supere y llegue hasta las 250 para aumentar sus ingresos. La cotización del semental se ha disparado y, actualmente, cada cubrición cuesta 2.300 euros (382.688 pesetas). Los resultados, asegura, son óptimos. "Con dos o tres dosis de su semen, las yeguas quedan preñadas. Seguro".

El semen de Kannan se suministra congelado --se evita así el incómodo desplazamiento de las yeguas-- a todos los países del mundo y Hecart ha recibido tentadoras ofertas para vender a su caballo. Ha escuchado cifras mareantes, pero siempre se ha negado. No está en venta. No quiere más disgustos, como el que sufrió cuando pagó una póliza de 80.000 euros (más de 13 millones de pesetas) para asegurar al animal. Entonces le estafaron y, por eso, no quiere pagar un euro más por un seguro. Prefiere mejorar el nivel de vida de los 150 caballos que tiene en su club de Francia. 40 de ellos, además, son hijos de Kannan, de quien dice que todavía le quedan diez años de larga vida entre yeguas.

Hecart lo controla todo y asegura que la participación de su caballo en algunas pruebas hípicas no disminuye su calidad. Tampoco, su potencia. No obstante, Kannan debe guardar reposo cuando compite. Tal vez por ello su rendimiento en Casas Novas no fue demasiado satisfactorio en la primera jornada --fue 18º--. En la segunda y tercera, en cambio, logró dos meritorias posiciones por las que su jinete percibió 20.000 euros. Ocupó el tercer puesto en el Gran Premio Telefónica y el cuarto en el Gran Premio Xacobeo.

Envidiado por todos

"El primer día tuvo muchos problemas de concentración y cometió bastantes errores. Es normal que suceda con los sementales porque les cuesta adaptarse a cuadras y yeguas nuevas. Kannan es muy sensible", explica Sonsoles Onega, del departamento de prensa del CSI de La Coruña, y una de las personas que convivió más estrechamente con Kannan. "La mayoría de caballos que compiten están castrados. El Gran Premio de Telefónica del viernes se decidió en un desempate entre tres concursantes. Kannan --descansó el sábado-- compitió hasta el final con Indigo IX, un caballo castrado, y Portofino, una yegua. Cometió un derribo que le penalizó con cuatro puntos". Finalmente venció Indigo IX, montado por el jinete suizo Beat Mandli.

Kannan no ganó, pero acaparó toda la atención en Casas Novas, donde deporte y negocio se fusionaron una vez más. Normal en el selecto mundo de la hípica. Muchos soñaron con tenerlo algún día en su cuadra o con comprar a uno de sus hijos. Y es que más de un aficionado recordaba también a los abuelos de Kannan: Furioso II y Nimmerdor.

"He visto muchos sementales, pero Kannan es el más bello. Tiene un cuello espectacular y una grupa muy potente. Es impresionante. La envidia de todos", concluye Onega.