El 27 de junio del 2013 un empleado de una entidad bancaria en Almería mantuvo una fuerte discusión con un cliente, con el que ya había tenido encontronazos anteriormente. El auto judicial que posteriormente evaluó el caso describió el estado previo de la víctima como «muy alterado, muy nervioso, sudando, dando golpes en la mesa por el estado de nervios que tenía». Después del rifirrafe verbal, el empleado le pidió a su superiora salir a la calle para calmarse. Subió a la azotea del edificio en el que trabajaba y se tiró desde ella.

El estrés, la ansiedad o la fatiga crónica en el ámbito laboral pueden tener consecuencias fatales. Más mediático que el de Almería fue el caso de France Telecom (hoy Orange), donde entre el 2007 y el 2011 un total de 13 trabajadores de la compañía, fruto de la presión y el acoso laboral al que eran sometidos por parte de la cúpula de la empresa, se suicidaron. Hoy, la pandemia puede agravar esta problemática.

El teletrabajo y la tecnología permiten estar pendiente las 24 horas del mail y el WhatsApp. Y la conexión total y el exceso de horas pueden provocar estrés y conllevan «riesgos psicosociales», que facilitan la aparición de «patologías no traumáticas», como ictus e infartos, que están detrás de gran parte de las muertes por causas naturales que se dan en Aragón, alerta el coordinador confederal de Salud Laboral de la UGT, el aragonés José de las Morenas.

«¿Cómo puedes producir más? Trabajando más. Y llega un momento en el que estos trabajadores entran en un círculo vicioso en el que nunca consiguen alcanzar los objetivos marcados por la empresa. Pero el problema no es que trabajen mal, sino que los objetivos están mal definidos. Es una pescadilla que se muerde la cola, porque cuando desconectan, sienten que están desubicados, que están perdiendo el tiempo. Cuando una persona acaba recurriendo al suicidio para salir de ahí es porque no ha encontrado ninguna otra solución menos dolorosa», afirma un experto en la materia, el doctor en psicología Antoni Baena.

No siempre ese suicidio es explícitamente consciente. El mismo año en el que el trabajador de la sucursal almeriense acabó con su vida, un becario de la firma de inversión Bank of America Merrill Lynch murió, en la City de Londres, después de trabajar 72 horas seguidas. En Japón tienen hasta un concepto para eso: el Karoshi. «Las empresas no pueden mirar hacia otro lado con la salud mental de sus trabajadores», afirma el presidente de la Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral (Aepsal), Ismael Sánchez-Herrera.

La muerte, por suicidio o agotamiento, es el máximo exponente de las consecuencias de llevar mente y cuerpo al límite en el trabajo. Antes surgen otros síntomas, como el agotamiento físico de un oficinista, que puede provocar que el trabajador no siga con exactitud los procedimientos y exponga datos sensibles de la empresa. O la imprudencia de un transportista al volante que no ha respetado los tiempos de descanso y se salte una señal que le ponga en peligro a él y a otros. Una quemazón que el actual contexto de emergencia sanitaria no ha hecho más que agravar.

El síndrome del trabajador quemado (o burnout) es un concepto que se ha ido abriendo paso en el vocabulario de los recursos humanos, hasta el punto de que la OMS ha incluido este síndrome en la clasificación internacional de enfermedades. Desmotivación absoluta por tu trabajo, caída en picado del rendimiento y la calidad del servicio prestado, mal humor, problemas en casa, dificultades para desconectar, incapacidad para concentrarse... son algunos de los síntomas.

«Hay profesionales que lo aguantan toda la vida sin saber que les pasa», explica el director asociado de la empresa de recursos humanos Hays Executive, Juan José Jiménez. «Va de menos a más y el cuerpo manda señales. Si enciendes el ordenador por la mañana y ya estás agotado, preocúpate», añade. «El covid complicará todos estos procesos de fatiga, soledad, depresión... Hemos ido muy deprisa para curar al cuerpo, pero todas las secuelas psicológicas de esta pandemia las empezamos justo a ver ahora», alerta el psicólogo Baena.

Que un trabajador esté sometido a condiciones de alto riesgo durante parte de su vida laboral puede provocar secuelas que arrastrará toda su vida. «No solo la piel tiene memoria, todo el cuerpo tiene memoria. Si un trabajador se ha lesionado por forzar de más, puede arrastrarlo toda la vida. Y a nivel psicológico igual», explica el presidente de Aepsal.