Acabamos de leer y estudiar La Fundación, de Buero Vallejo, y pensábamos que nos visitaba un familiar… pero no. Eso sí: talento y vocación no le faltan. Letras, verdad, pasión y alma. Eso es lo que nos transmitió Irene Vallejo. No resulta extraño su éxito en el periodismo, ya que su característica más definitoria para escribir los artículos no pasa desapercibida: el viaje en el tiempo. Al comentar la realidad actual, remueve el pasado como si fuera un baúl de recuerdos, mitos y leyendas, y utiliza esas historias para explicar el mundo en el que vivimos hoy en día.

El Departamento de Lengua del IES Pedro de Luna organizó esta charla con la escritora, ya que en la prueba de acceso a la Universidad debemos analizar un artículo de opinión. ¡Nada mejor que una escritora nos explique cómo lo hace, para entender mejor este género literario!

Irene Vallejo ya se ha hecho ya un hueco en el panorama literario, con su importante formación en Filología Clásica; y siguiendo el camino de la literatura, de la creación en la novela y el estudio de los clásicos, ha encontrado otro hogar: el periodismo. Es un itinerario más de su vocación por las letras.

Semana tras semana, desde hace una década, escribe una columna de opinión, ciñéndose a 1.400 caracteres, un verdadero problema, al menos inicialmente, ya que ahora casi ya se ha acostumbrado a ese tamaño al verter sus opiniones en las columnas periodísticas. Pero aunque la fecha de entrega del artículo se produzca los jueves, para salir publicada los lunes, desde el mismo momento del envío del artículo semanal, rastrea en su entorno y en sí misma para inspirar el siguiente texto: conversaciones cotidianas, viajes en autobús, anécdotas en la calle, al comprar el pan, etc. En cualquier momento se aviva la llama de la inspiración y ya no para hasta la elaboración de la columna. Decidido el tema, presta mucha atención a la primera y a la última frase, para que el arranque llame la atención, y para que quede «buen recuerdo en la memoria» con la última frase.

Allá donde va, atiende a su alrededor para involucrar la realidad en la literatura, e imbricar el presente y el pasado, y también la ficción, y de esa lectura obtener una moraleja, una moraleja en femenino, donde nos alumbran los mitos, los personajes bíblicos, las leyendas antiguas.

Tiene en reserva varios artículos por si alguna semana se «queda en blanco», sobre temas más intemporales: el amor, la violencia, el insomnio… Sí, insistió a favor de la escritura «en femenino», pues en los medios de comunicación trabajan muchos más hombres que mujeres.

Rebuscar en la memoria

Como hemos señalado, sus artículos de opinión muestran la realidad actual con la ayuda del pasado, de manera que el lector puede sumergirse en sus más profundas reflexiones para ahondar en los temas, estés o no de acuerdo con la opinión que nos transmite la autora.

Hijos del dinero, La memoria de los muros, Primera escapada o La escuela del ocio fueron algunos de sus artículos que ella misma nos leyó y de los cuales nos explicó el proceso de gestación y elaboración.

Este presente histórico que utiliza, también permite traspasar el enorme peso que supone la censura hoy en día en España, para poder criticar el presente y sus protagonistas sin nombrarlos, reflejados en personas e historias del pasado, que nos iluminan con sus hechos y palabras.

Algunas realidades actuales no pueden ser denunciadas con claridad, para no herir sensibilidades, para que no se tome a mal un chiste, un rap, un comentario sobre una empresa que paga la publicidad de un medio de comunicación. Y en nuestro nombre denuncian Sócrates, Aristóteles, Homero; y actúan Ulises, Dafne, Eva...

Al mostrarnos la ventana del pasado podemos esquivar mínimamente la nueva Inquisición que padece la libertad de prensa del ya avanzado siglo XXI. Una pena que los columnistas se vean obligados a autocensurarse, o exponerse a ser censurados, por las empresas que financian los medios. Parece que si queremos leer en libertad hay que pagarla; pero mejor pagar esa libertad directamente que pagar a través de la publicidad que orienta y constriñe los medios de comunicación y nos obliga a leer -a estar informados- solamente sobre lo que las empresas quieren.

Esperamos seguir leyéndola durante muchas muchas semanas más, y que sus opiniones sigan siendo como columnas para sostener una visión original, sin ataduras ni nostalgias, de nuestro mundo.