Aragón vive mañana jueves (23 de juluio) el Día del Libro más extraño de toda su historia. La pandemia ya obligó a aplazar la celebración en su fecha tradicional (el 23 de abril) y ahora el reciente rebrote de contagios ha trastocado aún más los planes en esta jornada tan especial para los libreros. La vuelta a la fase dos «flexibilizada» en Zaragoza suspendió la instalación de los tradicionales puestos en el paseo Independencia, una actividad que estaba prevista para el pasado domingo y que había tenido muy buena respuesta por parte de los profesionales del sector. Para mañana también se han cancelado muchas de las firmas que iban a acoger algunas de las librerías de la capital aragonesa, por lo que la jornada va a quedar «totalmente descafeinada».

De hecho, la celebración se va a reducir casi en exclusiva a los descuentos del 10% que como todos los años realizarán las librerías de todo Aragón (más de 30 solo en Zaragoza). El sector lamenta su «mala suerte» y que la fecha coordinada desde hace semanas en todo el país haya coincidido justo con el rebrote de casos en Aragón, una circunstancia que estos últimos días ya se está traduciendo en una caída de las ventas.

Con todo, el sector se agarra al optimismo y confía en que será «un buen día». «Estamos convencidos de que vendrá gente; hemos demostrado que somos un sector mucho más resistente que otros», destaca Paco Goyanes, de la Librería Cálamo.

Ahora, el mayor temor de los libreros apunta al medio y largo plazo. «La gran incertidumbre es cómo afectará esta nueva crisis económica a la caída del consumo», reconoce Chabier Nogueras, de La Pantera Rossa. En este mismo sentido se manifiesta el secretario de la Comisión Permanente del Libro de Zaragoza (Copeli), Ángel Gálvez, que lamenta que el sector también se ha visto «muy perjudicado» por la pandemia. «La gente no sale tanto, por lo que no se ha recuperado la actividad que había antes del confinamiento ni en las mismas fechas del año pasado», indica Gálvez, que recuerda que la gran mayoría de las librerías estuvieron casi dos meses cerradas: desde el 16 de marzo hasta mediados de mayo.

Sin embargo, varios libreros de la ciudad destacan que el regreso fue «sorprendentemente bueno», algo que parecía impensable cuando en marzo el virus se llevó todo por delante. «La verdad es que mayo y junio fueron meses fantásticos, muy por encima de lo que cabía esperar», subraya Goyanes. Algo similar sucedió en la Librería París, donde se muestran «muy satisfechos» de la respuesta del público, sobre todo de sus clientes «más fieles». «Ha habido gente que se ha cargado de libros porque el confinamiento les cogió sin material en sus casas y no quieren que les vuelva a pasar», explica César Muñío, de la Librería París.

Así, muchos establecimientos se han sentido arropados en estas últimas semanas por sus clientes habituales e incluso por los vecinos de su barrio. «Yo creo que muchos se han dado cuenta de lo que serían las calles sin comercios y han vuelto su mirada hacia nosotros», asegura Muñío. Un cambio que también ha percibido Goyanes, que destaca incluso un incremento de los clientes más jóvenes. «Todo ello nos da esperanzas y constata la resistencia de este sector», subraya el librero.

Por supuesto, lo que todavía no se ha recuperado son las compras que realizan los colegios, las universidades, las bibliotecas y las administraciones públicas, unos clientes que para algunas librerías pueden llegar a representar entre el 30% y el 40% de sus ventas. «Parece que poco a poco se empieza a ver un ligero repunte, pero aún estamos muy lejos de las cifras normales», señala la responsable de la Librería Central, Ana Belén Casanova, que afronta el día como una «oportunidad» de recuperar una parte de las ventas perdidas durante la pandemia.

Aunque el Día del Libro será hoy de interior, sin actividades en la calle y apenas firmas de autores, Copeli se resiste a tirar la toalla. «No descartamos que en diciembre, mirando a la campaña de Navidad, volvamos a intentar replicar lo que estaba previsto para este pasado domingo e instalar los puestos en Independencia siempre que la situación sanitaria lo permita», asegura Gálvez, que valora la «implicación» de la DGA y del Ayuntamiento de Zaragoza para intentar reprogramar todas las fechas que no se han podido celebrar debido a la pandemia.

Por otra parte, y como ya anunció hace unas semanas, la comisión del libro de Zaragoza ya trabaja en la organización de la Feria del Libro, que se celebrará, previsiblemente, entre el 30 de octubre y el 8 de noviembre. «Ya hemos lanzado las prescripciones y está habiendo muy buena respuesta por parte de los libreros», destaca el secretario de Copeli.

Tanto en la feria como en el Día del Libro que se celebra mañana, las restricciones de aforo y las medidas de seguridad serán una constante. El uso de mascarillas y de guantes para manipular los libros será obligatorio y se deberán garantizar las distancias entre personas. En este sentido, los recientes rebrotes de casos han llevado a algunos libreros a cancelar las firmas que tenían programadas. Es el caso por ejemplo de la Librería Central o de Cálamo. «Hemos preferido ser prudentes y suspenderlas», indica Goyanes, que reconoce que este va a ser «el Día del Libro más raro de la historia».