Félix J. Reyes es un "contador de historias", según se define él mismo. Recuerdos, amigos de juventud pero también reflexiones de hoy que cobran vida a través de sus esculturas. El museo Pablo Gargallo presenta, hasta el 11 de enero, una retrospectiva de este escultor canario, aunque residente en La Rioja.

La muestra se compone de 19 bloques, porque casi todos lo forman varias piezas, porque es su forma de recuperar esas historias de juventud. El material que utiliza el canario es piedra, mármol, bronce y madera (de pino y de haya). En la exposición están representadas todas sus etapas (lleva más de 60 años de carrera), la primera, más costumbrista, la segunda, más academicista y la tercera, más personal, en una forma de contar "quién soy yo, qué me gusta y qué no", asegura el artista, a quien le interesa la figura humana y la vida del entorno, pero también hace una reflexión de la vida pública.

Las primeras obras expuestas pertenecen a sus primera época: un retrato de Rosa Castellot, su mujer, de 1965; o un bronce de un deporte, el soka-tira. De los años 1997 a 2000, son dos series, Lugar de encuentro y Mi barrio, en las que crea "retratos a distancia de mi juventud", con nombres y apellidos, modelados en madera de pino a tamaño natural. Son sus vecinos, sus amigos, o la joven --de su Gran Canaria natal-- "de la que estábamos todos enamorados", pero "llegó Manolo, futbolista, y aunque le hicimos toda clase de perrerías, se casó con ella". Cada escultura tiene su historia, como la de una mujer que aparece sentada, la única que tenía radio.

Más recientes son el retrato de su nieto Juan, que posó para él, la única que no es una vuelta a la infancia, sino un niño que mira al futuro encaramado en su silla. De 2011 es la maqueta Una vida, una reflexión que sigue en proceso y que si la culmina mediría alrededor de 70 metros; o El camino, "una alegoría del recorrido de cada persona a lo largo de su vida. Todavía no está terminada Las mujeres del mercado, en las que ha vuelto a su localidad natal. Y la falta de espacio ha hecho que en el Pablo Gargallo solo se exponga un fragmento y un vídeo de Solidaridad, compuesta por 3.000 figuras de alabastro, que comenzó siendo un recuerdo de los entierros en su juventud, con todo el pueblo caminando bajo la lluvia pero también es un homenaje que Félix J. Reyes a todas aquellas personas que mostraron su dolor tras los atentados del 11-M en el 2004.