--Le ha costado más de una década escribir Ruido de zuecos.

--La he ido abandonando y cogiendo durante años. Hubo dos o tres primeros años de escribir mucho; luego años que no trabajé nada en este libro y saqué otros --cuatro o cinco-- y este iba quedando ahí.

--¿Y por qué ahora?

--El editor, Raúl Usón, de Xordica, me insistió un poquito y yo cometí el error de decirle 'sí, ahora la acabo'. El año pasado me puse en serio para redondearla, porque a lo largo de 15 años uno le ha dado muchas vueltas y lo que le parecía bien entonces ahora ya no.

--Ruido de zuecos es el retrato de tres generaciones de una familia; Arcadio, su hijo León y su nieto Artemio; pero también de una zona y de una época.

--Son tres personajes, no digo que los haga representativos de todo lo que ha pasado en el siglo, pero sus vidas han estado muy influidas por lo que pasaba en cada momento; por una vida rural que se extinguía, por una guerra civil, por una posguerra, por la transición; esto está como fondo pero solo es el escenario, porque lo que importa es la vida de esta gente y otras muchas historias que aparecen alrededor de ellos. Dice la contraportada que es una novela-río y sí que lo es porque me he dado cuenta de que parece que el caudal principal del río, que son la vida de estos tres personajes, se ve constantemente enriquecido por los caudales de afluentes y ríos pequeños que son las vidas de otros que se cruzan con ellos.

--¿Son personas reales?

--Bueno, en las biografías no es todo verdad y en las novelas no está todo inventado. Aquí hay muchas vidas que he oído contar, que he visto o inventado a raíz de lo que he visto. Es como todas las novelas, hay un trabajo de amasar unos ingredientes que están ya ahí y otros que inventas para que salga un producto que es irreal, literario, pero que puede tener un fundamento real.

--Aunque parece una historia de hombres, las mujeres --como amantes o la madre ausente-- tienen mucha importancia.

--Así es. Yo creo que tienen mucho papel... sin tener un nombre como protagonista. Sus vidas están totalmente condicionadas por las mujeres, por la madre, por las amantes, por la madrastra. Y además, las relaciones familiares en general creo que tienen una fuerza muy importante.

--Defíname a Arcadio, León y Artemio. Los dos primeros son dos tipos duros. El tercero parece más actual.

--Artemio es el que más reflexiona sobre las vidas de los otros dos, y los otros parecen no tener palabras para expresar lo que les pasa. Artemio las busca y en ese sentido nos parece más actual. Yo creo que los resortes que mueven a los tres son parecidos, especialmente a Arcadio y León. Yo creo que son tipos muy fuertes y muy duros, por un lado, y por otro, extraordinariamente blandos; tipos que parecen capaces de la violencia más grande y sin embargo son derribados por cosas muy pequeñas... por el recuerdo de la madre o por una vida entera pasada engañando a las mujeres... unos tipos con esa mezcla de dureza y blandura, yo diría que fragilidad, que a mí me parece que caracteriza a muchas personas. A Artemio le caracteriza lo mismo pero pasado por el tamiz de la educación, que le ha dado palabras para definir las cosas. A lo mejor no siente de modo diferente pero en la medida en que lo reprime o le pone palabras, no se muestra con la dureza de los otros dos.

--Esa evolución es también externa.

-- Refleja la evolución de este país, de una sociedad mayoritariamente rural a una sociedad más urbana, en la que los sentimientos se pasan por el tamiz de lo conveniente.

--¿Hemos ganado o perdido?

--En muchas cosas, en casi todo, hemos ganado. En primer lugar en libertad, en la libertad de poder hacer, decir las cosas, de elegir... aunque ahora la situación sea tan dura que no te dejan elegir. La vida ha mejorado mucho; la vida, pero en cambio, el alma y los sentimientos de la gente son exactamente los mismos, manifestándose en un momento de una manera y en otro de otra. Pasiones, deseos, odios, amor, celos, ambición, fragilidad se encuentran en todas las sociedades, en la urbana más desarrollada de nuestras días, y en la rural más cerrada de hace un siglo.

--También aparece la idea de las ocasiones perdidas.

--He querido mostrar esa contradicción que mucha gente alberga de soñar con lo que no hizo y podría haber sido; y por otro lado, el deseo de volver, de buscar los momentos en los que fuimos felices... Cuando León vuelve a Francia, el paisaje que había idealizado está destrozado... es una constante la imposibilidad de volver a lo que se dejó. Artemio, que ha leído y sabe de qué va esto, habla de Ítaca, y de la imposibilidad de regresar.

--Es una novela compleja; mucho ir y venir del pasado al presente. ¿Fue consciente?

--Sí, se habla constantemente de las consecuencias o de lo que pasó hace muchos años, y si se contaba de manera lineal se corría el peligro de que el relato perdiera interés. Como fue escrita en tantos años, coser todas las partes ya escritas previamente, ha resultado complicado, aunque lo he pasado muy bien. Mis temores eran que esa complejidad devorara el relato y que el lector no se aclarara; y la otra, que no corriera, que el relato no avanzara.

--Ha elegido un título muy gráfico, siendo que solo se nombra en dos momentos...

--Ese ruido señala algo muy importante y también muy leve. Los zuecos suenan sobre la nieve en una madrugada muy especial y el ruido es suave porque aunque es madera la nieve lo amortigua; y además, la nieve se va muy deprisa. Cuando se habla del ruido de zuecos se comenta la levedad de la nieve comparado con otras y me parece que responde a la idea general de la novela.