La música swing vivió hace cinco años un pequeño seísmo. El epicentro se situó en España y buena parte del talento que lo provocó fue de origen aragonés. El violinista zaragozano Raúl Márquez, un apasionado de este estilo de jazz, decidió crear junto al músico Suso Moreno la Swing Machine Orchestra, la primera orquesta de cuerdas swing de Europa. «En todo este tiempo no hemos encontrado más bandas como la nuestra; es un experimento bastante único», destaca Márquez.

Esta genuina formación, que anima a bailar al ritmo frenético de los años 30, acaba de lanzar su primer disco a pesar de que ya lleva cinco años en marcha y más de 300 actuaciones a sus espaldas. En 'Paseando al swing' trata de recuperar y homenajear la época de esplendor de las grandes bandas de jazz y realiza un recorrido por los mejores años del swing. «En el fondo es un compendio de los temas más míticos de los grandes del género», subraya Márquez. Así, en el disco interpretan arreglos de las grandes formaciones de Glenn Miller, Benny Goodman, Louis Prima, Artie Shaw, Chick Web, 'ragtimes' de Scott Joplin y diferentes adaptaciones realizadas especialmente para esta orquesta única en Europa.

A lo largo de estos cinco años, la banda se ha convertido en un auténtico laboratorio para el desarrollo de las cuerdas en la música moderna. «Siempre había pensado que tenían mucho más recorrido; hace años el violín moderno estaba en un nivel bastante bajo en España en comparación con otros países del norte de Europa o Francia, donde se habían adentrado con fuerza en la música moderna», comenta el violinista zaragozano. Actualmente, ya no es tan raro ver instrumentos de cuerda en conciertos de rock, pop o flamenco, pero hace unos años no era tan habitual. Un aterrizaje que se ha producido gracias a músicos como Márquez, que a lo largo de su carrera ha actuado junto a artistas como Sara Baras o Diego 'El Cigala'.

Para el zaragozano, la razón de este lento desembarco de las cuerdas en otros estilos musicales se explica por un cierto recelo de los puristas y también por las limitaciones en la formación reglada. «Actualmente aún cuesta mucho encontrar conservatorios oficiales que enseñen violín jazz o violín flamenco y hace unos años incluso había gente que veía con malos ojos estas innovaciones», lamenta Márquez, que antes incluso de matricularse en el conservatorio, ya empezó a flirtear con el blues y el swing en la calle Alfonso como músico callejero: «Tendría unos 16 años y ya entonces empecé a experimentar con el violín».

Esa curiosidad insaciable y sus ganas de llevar su instrumento mucho más allá le llevaron a crear hace cinco años la Swing Machine Orchestra, de la que es director. «Me junté con Suso Moreno y comenzamos a buscar músicos y al final salió este laboratorio de música moderna con el violín», explica. La banda está formada por doce músicos y bailarines de diferentes procedencias (Cuba, Honduras, Argentina y España), y consta de cinco violines, dos violas, dos violonchelos, contrabajo, batería y dos bailarines de claqué. «Nuestro directo funciona muy bien, al final son canciones que la gente ya ha escuchado alguna vez aunque no lo sepa y siempre tratamos de incitar al público para que baile», apunta.

De hecho, la formación ha seguido actuando a pesar de la pandemia, algo que no pueden decir todas las bandas. «Estamos haciendo la mitad de actuaciones, así que no está mal. En noviembre, por ejemplo, tocamos en el Festival Jazz al Margen de Zaragoza», comenta.

La inquietud y la calidad interpretativa de este zaragozano, que antes que músico fue infantico del Pilar, hicieron que pronto pasara de la calle Alfonso a grandes escenarios por todo el mundo. No en vano, ha realizado giras y ha grabado con grupos y solistas como Sara Baras, Joaquín Cortés, El Cigala, Antonio Canales, Toni Zenet, Pasión Vega, Joaquín Sabina, Rozalén... «He actuado en ciudades y escenarios que ni hubiera soñado», reconoce el músico de 43 años.

Pero cuando más saboreaba las mieles del éxito su inquietud volvió a tocar a su puerta y decidió forjarse su propio camino. «Llegó un momento en que decidí buscar mi propio rincón y empezar otra vez de cero aunque fuera en sitios mucho más pequeños, porque me di cuenta de que me sentía mucho más realizado tocando mi música», explica el zaragozano. Así, y de forma paralela a la Swing Machine Orchestra, ahora lidera dos bandas más con composiciones propias: un cuarteto swing (Menil) con dos guitarras, contrabajo y violín, y un trío con batería, teclado y violín. Con todo, mantiene sus colaboraciones con otros artistas (ahora va a grabar unas cuerdas para Loquillo), al tiempo que compagina su labor artística con la didáctica.