-¿Qué líneas de actuación lleva a cabo Unicef-Aragón?

-El 80% del gasto en infancia se realiza en las comunidades autónomas, dadas sus competencias en educación, sanidad y servicios sociales. Es por tanto indispensable la presencia de Unicef en cada territorio. En Aragón trabajamos evaluando la situación de los niños y niñas aragoneses y proponiendo medidas más eficaces para garantizar su bienestar. Junto al Gobierno autonómico constituimos una Comisión de Seguimiento del Pacto por la Infancia con representación parlamentaria de todos los grupos políticos. A nivel municipal y local promovemos la participación de la infancia en su municipio a través de órganos de participación. Reconocemos a los municipios que trabajan en esta línea como Ciudades Amigas de la Infancia, y ya son 20 en Aragón, Zaragoza entre ellas. En 2010 firmamos un convenio con el Gobierno de Aragón, que colabora en la consolidación de procesos participativos. Desarrollamos también el programa Escuelas Amigas de la Infancia y ya son más de 60 en Aragón.

-En el 2014, Unicef-Aragón firmó el Pacto por la Infancia con el Gobierno de Aragón, ¿qué garantiza este acuerdo?

-Si, y el pasado abril los mismos partidos decidieron renovarlo. Garantiza que se cumplan las medidas necesarias, incluso presupuestariamente, para paliar la situación de riesgo de pobreza o exclusión en la que se encuentran uno de cada cinco niños y niñas en Aragón. Entre ellas destaca el compromiso de una educación universal, gratuita y de calidad para los niños y niñas de cero a tres años, medida que debería hacerse efectiva en esta legislatura, tal y como fue comprometido. Una prestación por hijo en supuestos de riesgo de pobreza o exclusión supondría destinar el 1% del presupuesto autonómico.

-¿Qué supone que uno de cada cinco niños aragoneses se encuentre en riesgo de pobreza?

-Esto no significa que se enfrenten a las situaciones de pobreza severa de las sociedades menos desarrolladas, pero sí que viven en entornos familiares en los que se atraviesan grandes dificultades para llegar a fin de mes, con padres y madres que carecen de empleo o cuyos trabajos son de muy baja remuneración. En estos hogares, por ejemplo, no se puede encender la calefacción en invierno, no se pueden permitir prácticamente ninguna actividad de ocio para los más pequeños, ni siquiera las extraescolares. Son hogares en los que incluso el régimen alimenticio es de peor calidad, con una mayor abundancia de consumo de productos procesados que, a la larga, se traducirá en problemas de salud como la obesidad infantil.

-¿Cuáles son los principales problemas de la infancia en nuestro país?

-A nivel nacional, uno de cada tres niños se encuentra en riesgo de exclusión. Esto significa que viven en una permanente situación de desventaja: están escolarizados pero sufren unas altísimas tasas de abandono y carecen de los estímulos sociales de los que disfruta cualquier otro niño. Esto hace que en la edad adulta tengan menos posibilidades de acceder a empleos cualificados y bien remunerados, reproduciendo en espiral la situación de vulnerabilidad de la que proceden. Los niños que crecen en entornos con dificultades están condenados a no salir de su realidad porque incluso el propio sistema lo dificulta. Por ejemplo, se crean guetos escolares en los que en muchas ocasiones los docentes están abocados a prestar una función más social que educativa.

-¿Cuál es la radiografía a nivel mundial?

-Aunque la situación de la infancia a nivel mundial ha mejorado en los últimos 20 años, reduciéndose a la mitad las cifras de mortalidad infantil, aún hoy 15.000 niños mueren cada día antes de cumplir cinco años por causas que se pueden prevenir con medidas muy sencillas como vacunas, agua potable o una alimentación adecuada. Las cifras estremecen: 58 millones de niños en edad escolar no pueden ir a la escuela, la mitad de los niños refugiados de todo el mundo no va al colegio, más de 28 millones de niños se han visto obligados a huir de su hogar a causa de la guerra, 73 millones trabajan cada día en las condiciones más extremas y 650 millones menores de 16 años carecen de certificado de nacimiento, lo que les expone a cualquier situación de abuso o explotación, y les impide acceder a cualquier sistema de protección que pudiese velar por sus derechos. Sencillamente, no existen.

-Unicef centra su trabajo en cambiar la situación de muchos niños en el mundo, un reto de una magnitud enorme, ¿es posible abarcar una tarea tan amplia?

-Es cierto que hay noticias en nuestro día a día que no son esperanzadoras, pero en los últimos años, se han logrado importantes avances. Todas las organizaciones quisiéramos conseguir cambios más rápido, pero el mundo sigue siendo profundamente desigual y eso impide el desarrollo de las poblaciones más vulnerables. Desde Unicef, cada año vacunamos a casi la mitad de los niños del mundo contra enfermedades mortales y distribuimos el 80% del alimento terapéutico que salva la vida contra la desnutrición aguda. Solo en 2018, llevamos agua potable a 43 millones de niños y sus familias en emergencias; once millones recibieron materiales educativos y siete millones recibieron educación (formal e informal) en contextos de emergencia; tratamos a cuatro millones de niños que sufrían desnutrición aguda grave; casi dos millones de niños forzados a huir recibieron servicios de protección; y más de dos millones víctimas de violencia recibieron protección (servicios de salud, justicia y asistencia social).

-¿La sociedad civil es solidaria?

-Voy a contestarte a esa pregunta haciendo referencia a la campaña que está desarrollando Unicef actualmente Por mí y por todos mis compañeros que pretende cambiar las reglas del juego. Cuando jugábamos de niños al escondite, decir esa frase era tener la potestad de salvar a tus amigos, era un acto de solidaridad con el resto de los participantes. Algo que se hacía sin pensar, simplemente porque en nuestra propia naturaleza está el velar y proteger a los demás. Ese mismo espíritu es el que rige la misión de Unicef: dar solución a los problemas de la infancia para ofrecerles una vida mejor. Y, por ello, pedimos a personas, empresas e instituciones que nos ayuden a cambiar las reglas de un juego que no es de niños, pero que con la solidaridad de todos y todas, es posible. En Aragón contamos hasta ahora con más de 11.000 socios y socias que creen en ello, que están comprometidos con la idea de conseguir un mundo mejor.