En los últimos 3 años, Manos Unidas ha venido profundizando en el drama del hambre en el mundo y en la urgencia de nuestra implicación para combatirlo. Según la FAO, el número de personas hambrientas aumentó en el 2016 hasta los 815 millones, casi 40 millones más que en el 2015. Las razones argumentadas fueron los impactos del cambio climático y de los conflictos violentos sobre la vida de los más empobrecidos. Como quiera que sea, la vulneración del derecho humano a la alimentación es un escándalo insoportable contra el que todos tenemos que luchar.

El hambre no es una fatalidad, sino la consecuencia de estructuras, relaciones y comportamientos que generan desigualdad y exclusión. La avaricia de unos, la complicidad de otros y la indiferencia de muchos están poniendo en peligro nuestro planeta, trayendo consigo un mundo injusto y desigual.

Manos Unidas continúa plantándole cara al hambre, sembrando buenas semillas que hagan crecer una vida más justa y fraterna; semillas que son recursos, capacidades, responsabilidades y solidaridad. Manos Unidas sigue plantándole cara al hambre mediante su compromiso con el bien común, con la distribución justa de la riqueza, con el reconocimiento de la contribución de los pequeños agricultores y pescadores en la ardua tarea de alimentar al mundo y con la promoción de un consumo responsable y sostenible. En definitiva, Manos Unidas continúa con su compromiso para promover una cultura del cuidado en vez de una cultura del descarte.

Este año Manos Unidas quiere dar un paso más y compartir propuestas e iniciativas de desarrollo sostenible que nos permitan, entre todos, avanzar en la erradicación del hambre en el mundo. Compartir lo que importa implica tomar conciencia y aceptar la propia responsabilidad, pero también denunciar, educar y sensibilizar en la necesidad de asumir cambios en los estilos de vida si queremos un mundo más justo y digno para todos. No podemos conformarnos con decir «otro lo hará».

En Manos Unidas defendemos el acceso a una comida sana, segura y apropiada como un derecho humano fundamental; defendemos también el respeto a los derechos básicos e inalienables que son garantía del desarrollo integral. Fundamentamos nuestra labor en la solidaridad que nos enseña a entender que somos parte de una comunidad global que comparte su inquietud sobre aquellos eslabones del sistema mundial de alimentos que están impidiendo que se cumpla el derecho a la alimentación y que avancemos hacia un mundo más justo.

Porque queremos Compartir lo que importa, la delegación de Zaragoza invita a todos a colaborar con los 14 proyectos con los que nos hemos comprometido durante el 2018 (10 en África, 3 en India y 1 en Haití). Porque no podemos permitir que el hambre siga aumentando, porque en la lucha contra la injusticia en el mundo todos somos necesarios y porque todos juntos podemos hacer algo: compartir lo que de verdad importa.