Tan solo en las cuatro semanas transcurridas entre mediados de junio y el pasado 12 de julio, según datos de Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 600 personas murieron o desaparecieron, presuntamente ahogadas, al intentar cruzar el Mediterráneo central. De los 600 fallecidos y desaparecidos, al menos 410 cayeron en aguas internacionales entre Malta, Italia y Libia. Entre estos seres humanos había muchos bebés y niños pequeños.

Estas tragedias, que representan la mitad de todas las muertes que se han producido durante lo que llevamos del 2018, han tenido lugar en un momento en el que la presencia de las embarcaciones de rescate de las oengés se ha ido reduciendo hasta desaparecer por completo.

Pero, en pleno pico anual de intentos de cruzar el Mediterráneo, salvar vidas debería de ser la prioridad más urgente. Porque, entre tanto, traficantes sin escrúpulos ni consideración alguna por las vidas que están poniendo en riesgo, continúan subiendo a miles de personas en embarcaciones frágiles y no aptas para la navegación.

Según reclaman las oenegés Médicos sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterranée en un comunicado conjunto, «es necesario que se establezca un sistema con recursos suficientes y totalmente operativo que permita salvar vidas humanas. Mientras esto no exista, los barcos de rescate de las oengés tienen un papel vital que desempeñar, ayudando a las personas que están en peligro en el mar y evitando la pérdida innecesaria de vidas».

Para estas organizaciones, «las oenegés deben tener la libertad de utilizar los puertos seguros más cercanos para las operaciones de rescate, incluida la posibilidad de desembarcar a las personas rescatadas y el reabastecimiento de los buques». Estas dos entidades son las que operan el barco de rescate Aquarius, el mismo al que hace un mes le fue denegado el permiso para desembarcar a 630 personas que habían sido rescatadas en el mar por parte de las autoridades italianas.

Tras este episodio, más navíos de rescate de otras oenegés han sufrido también los bloqueos y obstrucciones promovidos por varios países europeos.

«Las decisiones políticas que se han tomado durante las últimas semanas en Europa han tenido consecuencias mortales. Los líderes europeos han decidido dejar que hombres, mujeres y niños se ahoguen en el mar Mediterráneo», afirma Karline Kleijer, directora de emergencias de MSF. «En lugar de seguir impidiendo que salvemos la vida a personas que están en peligro de ahogarse, lo que tienen que hacer los gobiernos europeos es poner en marcha operaciones de búsqueda y rescate, de una manera proactiva y específica, en el Mediterráneo central».

«La decisión de cerrar los puertos a las personas rescatadas en el mar por parte de las oenegés y la situación de confusión total que se ha creado en el Mediterráneo central ha llevado a que se produzca una mortalidad aún mayor», explica Sophie Beau, vicepresidenta de SOS Mediterranée. «La responsabilidad de estas muertes recae sobre la conciencia de Europa. Los gobiernos europeos deben reaccionar inmediatamente y garantizar que se respeten plenamente las leyes marítimas y humanitarias internacionales en las que se enmarca la obligación de rescatar a las personas cuyas vidas están en peligro en el mar».