El pasado 16 de abril se conmemoró el Día Mundial contra la esclavitud infantil, que recuerda la muerte de Iqbal Mashil, un niño paquistaní que con tan solo 4 años fue vendido por su padre a una fábrica de alfombras, pues a su familia le faltaba dinero para pagar la boda del hijo mayor. Iqbal fue esclavizado y obligado a trabajar más de 12 horas diarias. Recibió un constante maltrato y fue rebelde y castigado reiteradamente por ello, hasta que, con 10 años, Iqbal logró escapar, convirtiéndose a su corta edad en un activista que luchó por los derechos de la infancia víctima de la esclavitud. Una lucha que le costaría la vida, pues a la edad de 12 años, mientras iba en su bicicleta de vuelta a casa, fue asesinado.

Visibilizar la problemática de la esclavitud infantil y hacer a la ciudadanía consciente de ella es el objetivo de Delito invisible. Por una infancia libre y feliz, la campaña que Fundación Más Vida con el apoyo del Ayuntamiento de Zaragoza, área de Cooperación al Desarrollo, está desarrollando para crear conciencia. En este marco, Más Vida inauguró en el día mundial contra la esclavitud infantil la exposición fotográfica Una hora contra la trata y la explotación infantil, que seguirá disponible hasta el 27 de abril en el Centro Joaquín Roncal de Zaragoza (C/ San Braulio, 5).

Durante la presentación tuvo lugar una mesa de reflexión con expertos sobre consumo responsable. Cillas Abadía Escario, directora de Fundación Más Vida, junto a Teresa Abadía, coordinadora de comunicación de la entidad, presentaron las intervenciones del secretario general de la Unión de Consumidores de Aragón (UCA) Miguel Ángel Oliván, y Raquel García, de Suralia Comercio Justo, quienes pusieron de manifiesto el papel del consumidor y del comercio justo en el rechazo de la explotación infantil, así como las iniciativas que se promueven desde Zaragoza.

Actualmente es muy difícil poder acceder fácilmente a la información sobre las garantías que hay detrás de cada marca y, en palabras de Oliván, «lo que está claro es que nuestra capacidad de decidir y comprar o no comprar, es el premio o el castigo que tenemos en nuestra mano para ayudar a cambiar las cosas». Si bien añade que falta reglamentación, ha incidido en que «podemos tomar partido y reivindicar información para que nuestras decisiones de compra se adecuen a nuestra forma de pensar».

Por su parte, García, expuso durante la exposición fotográfica diversas experiencias de cooperativas en América Latina, África y Asia que han cambiado la realidad de miles de personas, abriendo vías para romper el círculo de la pobreza: «Hay que saber que comprar un chocolate o un té de comercio justo, es mucho más que eso y tiene un efecto muy grande». Y en el plano local, puso en valor que Zaragoza sea oficialmente Ciudad por el Comercio Justo, de las diecinueve que hay en España y de unas dos mil en todo el mundo. Asimismo, también mencionó otros ejemplos en crecimiento como la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) y el Mercado Social de Aragón, que ponen a las personas y los valores medioambientales en el centro. Y una reflexión: «todas las personas tenemos nuestros pequeños círculos de poder y podemos transformar nuestro entorno, y es importante cuestionarnos e informarnos, porque nuestras decisiones pueden dar la vuelta a muchas cosas».

La exposición denuncia esta situación mediante audios explicativos, dando a conocer casos de menores víctimas, con material recogido de entidades que trabajan este tema como a OIT o World Vision. En la muestra se exponen también las tres fotos ganadoras del concurso fotográfico que se abrió a la participación ciudadana en la plataforma Hunteed y nueve fotos simbólicas seleccionadas por el fotógrafo Mario Ayguavives y Fundación Más Vida.

En este sentido, y para todas aquellas personas que quieran ser consumidores mejor informados, Más Vida ha difundido dos apps que ayudan en esta materia: Good and You, y Pam a Pam, esta promovida por la oenegé Setem en Valencia.

La campaña impulsada por Fundación Más Vida busca visibilizar y crear conciencia frente a las formas menos visibles de la trata y la explotación infantil, sensibilizando y promoviendo, por lo menos durante una hora, la reflexión y el diálogo frente a esta problemática, incidiendo en la importancia del consumo responsable y solidario. La campaña ‘Delito invisible. Por una infancia libre y feliz’ llegará también en los próximos meses a varios colegios e institutos con materiales didácticos y simulaciones para concienciar y sensibilizar.

Datos de un delito invisible

La explotación infantil está rigurosamente prohibida por todas las legislaciones internacionales. Sin embargo, a día de hoy, existen en el mundo 152 millones de niños y niñas víctimas de la explotación laboral (cifras oficiales de UNICEF), y 72 millones de ellos y ellas ponen en riesgo sus vidas realizando trabajos peligrosos, son obligados a trabajar en condiciones de servidumbre, en la industria del sexo, en condiciones asimilables a la esclavitud o, en general, en condiciones que ponen en peligro su adecuado desarrollo físico y psíquico. Estos niños y niñas se hacen invisibles a nuestros ojos, porque la actividad que realizan se hace en un entorno clandestino e ilegal o en entornos privados, pero están allí, detrás de las paredes de casas, de talleres y fábricas, en las minas ilegales, en plantaciones, como niños soldados de guerras, en cualquier zona fuera de la vista del público.

Los cálculos regionales indican que: la región de Asia y el Pacífico alberga el mayor número de niños y niñas trabajadores en el grupo de edad de 5 a 14 años, 127,3 millones en total (19% de los niños y niñas que trabajan en la región); en África subsahariana hay alrededor de 48 millones de niños y niñas que trabajan; en América Latina y el Caribe hay aproximadamente 17,4 niños y niñas trabajadores (un 16% de los niños y niñas de la región trabajan); y, por último, un 15% de los niños y niñas de Oriente Medio y África del Norte están trabajando.