—¿Cómo nació La Escalera?

—El proyecto nació en el 2013 de un grupo de amigos que acabábamos de salir de la universidad. Recién licenciados, las oportunidades laborales no eran muy grandes, teníamos mucha vocación y todos teníamos experiencia en el ámbito socioeducativo. Pensamos que queríamos trabajar en algo que nos gustase y nos aportase laboralmente. Así que nos lanzamos en crear una organización sin ánimo de lucro que se centrase en la intervención comunitaria. Así que creamos La Escalera.

—Su lema es «Haz de los obstáculos escalones para aquello que quieres alcanzar», de Charles Chaplin.

—Sí. En la vida constantemente tenemos que superar unas dificultades que no nos permiten alcanzar nuestros objetivos. Creemos en la capacidad de resiliencia de las personas, en la creatividad y en la capacidad para superar dichos obstáculos, por eso queremos ser la «barandilla» que acompañe en el crecimiento de las personas, esa es nuestra filosofía y de ahí nuestro nombre.

—Queréis lograr ese cambio social a través de la educación.

—Nuestro fin es favorecer la integración social a través del desarrollo social y educativo. Por ello creamos espacios de intervención comunitaria que mejoren la convivencia fomentando la creatividad, participación, el voluntariado y la conciencia social.

—¿Qué proyectos desarrollan?

—Nuestro proyecto principal es el de EducAcción, mediante el cuál ofrecemos refuerzo educativo gratuito y que ya lleva seis años en marcha. El objetivo principal es que la situación socioeconómica de las familias no afecte en el rendimiento educativo del niño. Y, que familias que no se pueden permitir un profesor particular, puedan tener un servicio gratuito de apoyo escolar. El perfil de los niños con los que trabajamos es de familias con alguna dificultad.

—¿Cuántas horas semanales acuden los niños y niñas a recibir ese apoyo escolar?

—Acuden una hora y media lunes y jueves al local de la asociación y reciben el apoyo escolar de los voluntarios y voluntarias. Los viernes hacemos actividades de tiempo libre. A final de curso solemos hacer alguna actividad especial, como excursiones. Lo desarrollamos con 15 niños y niñas de primaria y de secundaria. Trabajamos con el Colegio Joaquín Costa y el instituto Ramón y Cajal. En principio solo estaba dirigido a alumnos de primaria, pero se han hecho mayores y han querido continuar.

—¿Cómo afecta el entorno del menor a su desarrollo educativo?

-En gran medida. Por eso un aspecto importante con el que trabajamos es el de favorecer la implicación de los familiares. Además de informar sobre el progreso y los problemas de sus niños o adolescentes, preparamos a los familiares para que asuman un papel más activo en su educación. Siempre surge algún problema de tipo social, desde el idioma hasta problemas mayores, como violencia de género en el núcleo familiar, y eso afecta al menor. Por ejemplo, utilizamos los traductores del Ayuntamiento de Zaragoza. En ese sentido utilizamos todas las redes comunitarias que tenemos disponibles.

—¿Cómo se financia la asociación?

—Funcionamos gracias a las donaciones privadas y a las cuotas de socios. Afortunadamente no pagamos local y las personas que vienen a dar el apoyo escolar son personas voluntarias. En ocasiones, ofrecemos servicios como monitores de tiempo libre para autofinanciarnos: animación en fiestas, pintacaras, sevicio de guardería o actividades extraescolares. Ahora también estamos buscando voluntarios, nos han tenido que dejar muchos y sin ellos no funciona el proyecto. Atendemos a 15 familias porque tenemos poca capacidad.

—¿Con qué apoyos cuentan?

—Lo bonito del proyecto es como nos hemos autogestionado. Con personas voluntarias, donaciones y gracias a la ayuda de otras entidades. Por ejemplo, el material escolar desde hace años nos lo vienen donando. Sino, iniciamos campañas solidarias. En una ocasión, unos amigos que tienen una tienda de tatuajes pusieron en marcha un tatuaje solidario, por el que la gente que acudía al estudio donaba material. Hay casos que, por desgracia, requieren de servicios sociales y también nos coordinamos con ellos. La suerte de no estar financiados por nadie es que podemos hacer todo lo que se nos ocurra y nos dejen las familias.