- ¿Qué hacen unas oenegés de desarrollo formando a docentes?

- Además de proyectos de cooperación internacional y de ayuda humanitaria y de emergencia en países empobrecidos, también llevamos a cabo proyectos de educación para el desarrollo y la ciudadanía global aquí para generar una ciudadanía aragonesa crítica y activa, con una visión global del mundo y comprometida con la justicia social y la sostenibilidad en todo el planeta. Nos sentimos corresponsables en la tarea de educar para transformar, y una de esas acciones es organizar formaciones con profesorado y educadores para que integren el enfoque de ciudadanía global en su tarea docente y sean agentes de cambio hacia esa transformación social que queremos.

- ¿Cómo acometen esa labor?

- Con el trabajo conjunto entre todas las oenegés de la FAS, coordinadas gracias al proyecto de educación para el desarrollo y la ciudadanía global Unaquí, cuyo objetivo es impulsar ese enfoque transformador en los procesos educativos a través de la colaboración con sus diferentes actores.

- Tantos docentes como empezaron el curso de Unaquí este lunes se han quedado en lista de espera. ¿Por qué tienen tanto éxito sus convocatorias?

- Hemos organizado ya doce cursos y jornadas desde que empezamos en el 2016. Creo que su éxito se debe a que la educación para el desarrollo y la ciudadanía global despierta mucho interés entre el profesorado y los agentes educativos, pero no hay mucha oferta formativa sobre estas temáticas, que tampoco se incluyen en la formación universitaria para docentes. Por eso aprovechan las oportunidades que surgen con muchas ganas y motivación.

- ¿Qué contenidos incluye el curso?

- Su objetivo es proporcionar claves, herramientas y recursos para que las personas participantes trabajen en sus espacios educativos las temáticas y metodologías de la educación para el desarrollo y la ciudadanía global. Se trabajan varias líneas temáticas: derechos humanos, género, salud, sostenibilidad medioambiental y consumo responsable, cultura de paz, interculturalidad, migraciones y ciudadanía y participación. Todas estas temáticas se enmarcan en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030. Y lo hacemos con un enfoque práctico, incorporando metodologías transformadoras, fomentando la participación y favoreciendo el intercambio de experiencias que ya están funcionando con éxito en centros educativos aragoneses.

- ¿El concepto de educación para el desarrollo se refiere solo a los contenidos o también a una metodología concreta?

- Ambas cosas van de la mano. No tiene sentido educar sobre valores de justicia social si no van acompañados de una metodología transformadora que impacte en la persona para convertirla en una ciudadana concienciada que quiere cambiar su entorno más cercano y contribuir así a cambios globales. Por metodologías transformadoras entendemos aquellas que hacen partícipes a las personas, fomentando su reflexión crítica para generar un cambio de actitudes, y que aportan creatividad y dinamismo.

- ¿Qué retos hay que abordar desde la educación para transformar la sociedad?

- Los ODS nos indican esos retos: erradicar la pobreza, reducir la desigualdad, la sostenibilidad medioambiental, la igualdad de género, una sociedad tolerante e inclusiva, la cultura de paz, los derechos humanos... Todos están interrelacionados y es necesario abordarlos desde todos los ámbitos (aulas, familia, medios de comunicación…) porque todo educa, y solo si se abordan de forma integral será posible transformar la sociedad en la que vivimos.

- ¿Para qué edades es apropiada la educación para el desarrollo?

- Los valores que transmite son universales. Por eso debe estar presente desde las primeras etapas escolares hasta la educación de personas adultas, adaptando los contenidos y metodologías.

- ¿Qué claves pueden ayudar a los educadores a que el mensaje cale?

- Una de ellas es hacer partícipe al alumnado, de forma que se apropie del mensaje y se conciencie. Para que ellos puedan transformar su entorno es necesario que primero se transformen a sí mismos, y eso solo es posible si experimentan y vivencian el proceso, que les impacte de alguna forma y les haga reflexionar y replantearse las cosas. Ese es el primer paso para generar conciencia crítica y movilizarse hacia la transformación. También es fundamental que la educación para el desarrollo y la ciudadanía global esté integrada en la dinámica del centro y en sus planes educativos, ya que refuerza la labor del docente. Se está trabajando desde las instituciones y desde las entidades sociales para incorporarla, junto a los ODS, en el currículum educativo aragonés, lo que supondría un gran impulso para su incorporación en el día a día de las aulas.

- Los estragos que ha provocado una pandemia global, y los desafíos que dejará tras de sí, ¿refuerzan necesidad de educar para el desarrollo y la ciudadanía global?

- Esta crisis del covid-19 nos ha hecho todavía más conscientes de que vivimos en un mundo globalizado y una sociedad interconectada, y nos ha hecho reflexionar sobre cómo aquello que sucede en diferentes partes del planeta nos afecta a nivel social, económico y ambiental. Solo de forma colectiva podremos superar estos estragos y lograr los desafíos que nos propongamos como humanidad, tanto en nuestro entorno más próximo como a escala global. Esto resalta la importancia de que tenemos que ser más solidarios y corresponsables como sociedad. Y ahí es donde vemos fundamental el papel de la educación para el desarrollo y la ciudadanía global, como una herramienta que contribuya a generar una ciudadanía consciente de la amplitud de los desafíos del mundo actual, que se indigne con las injusticias y combata las desigualdades, que defienda los derechos humanos y que participe y se comprometa en lo local y lo global.

- ¿Y ha incrementado el interés por esta materia?

- Este curso hemos tenido más demanda que en los anteriores. La pandemia ha despertado más todavía en los educadores la necesidad de trabajar estos temas para generar un alumnado más concienciado y con capacidad de cambiar las situaciones que le rodean.