La mujer dalit puede considerarse el escalón más bajo en lo que respecta al acceso a los derechos fundamentales en la sociedad india. Trabajan de sol a sol pero su posición social es de invisibilidad, no tienen propiedades ni deciden su vida en libertad. Además, siempre están expuestas al poder de la figura masculina de su familia, ya sea el padre, los hermanos o el marido.

Según la ley, el sistema de castas ya no está vigente en la India, pero sí socialmente. La mayoría de los indios lo asumen por motivos religiosos. Existen multitud de castas, y la pertenencia a cada una de ellas implica formas de comportamiento y posibilidades de promoción social diferenciadas.

Dalit viene del sáncrito dal, que significa roto u oprimido. Los dálits representan una comunidad de 170 millones de personas en la India. Uno de cada seis habitantes del país pertenece a esta casta. Son los miembros más pobres y discriminados de su sociedad.

Según la fe hindú. son conocidos como intocables o parias y están relegados a las tareas impuras, es decir, aquellas labores que el resto de la sociedad no quiere realizar.

Aunque la constitución india de 1950 establece que nadie será discriminado por su casta, la realidad para los dalits es bien distinta. Así, en zonas rurales, los dálits son a menudo víctimas de violencia, linchamientos, violaciones y asesinatos.

Incluso siguen teniendo acceso limitado a las fuentes de agua, porque no les está permitido beber el mismo agua que el resto de vecinos. No pueden ni tan siquiera acceder a las tiendas o los bancos, por lo que tienen que ser atendidos desde la puerta.

Las personas pertenecientes al resto de castas no recibirían a un dalit en su casa ni compartirían mesa con ellos.

En Andhra Pradesh, la pobre región en la que se ubica la comunidad rural de Nawabupeta, donde trabaja Kumara, el 20% de estos dálits pertenecen a la subcasta llamada mala. Son jornaleros que viven por debajo del umbral de la pobreza, con menos de 1,50 euros al día.