El Gobierno de China se enfrentó ayer a uno de los aniversarios más dolorosos de su historia -el trigésimo desde la matanza de Tiananmen- rehuyendo responsabilidades, negando la evidencia y criminalizando a las víctimas de la represión que puso fin a las manifestaciones estudiantiles. «Aunque puede que sea solo un abrir y cerrar de ojos en el gran río de la historia, puede ser una eternidad en la vida de una persona», reivindicaron las Madres de Tiananmen, un grupo de 155 familiares de víctimas de la masacre que se han atrevido a hablar públicamente.