Aunque el hambre, entendido como la falta de disponibilidad o acceso a los alimentos, ha aumentado en 38 millones de personas respecto al 2015 debido a los conflictos y al cambio climático, este aumento no se ha visto reflejado todavía en su consecuencia más extrema: la desnutrición. Esta sigue reduciéndose, aunque no al ritmo necesario para alcanzar la meta de erradicación marcada para el 2030. Así lo pone de manifiesto el Informe Mundial sobre Nutrición presentado en la reciente Cumbre Mundial de Milán, el pasado 4 de noviembre. Se trata de un informe independiente que hace seguimiento de los progresos realizados por los países en la meta 2.2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible,

Según el estudio, aunque la desnutrición se está reduciendo, hay todavía 155 millones de niños con desnutrición crónica (1 de cada 4) y 52 millones con desnutrición aguda (1 de cada 12). «Esto nos enseña que el fin de la desnutrición no dependerá solo del fin de la inseguridad alimentaria y que hay otros muchos factores que están influyendo en su reducción, como un mejor acceso a agua y saneamiento o los cambios en los hábitos alimenticios como la extensión de la lactancia materna. A su vez, el informe subraya claramente que el logro de gran parte de las metas marcadas en los 17 ODS dependerán de una buena nutrición», explica el director técnico de Acción contra el Hambre, Amador Gómez.

«El informe insiste sobre los estrechos vínculos entre nutrición y desarrollo económico, y subraya también que la reducción de todas las formas de nutrición será un pilar para el cumplimiento del resto de ODS pero nos recuerda que solo un reducido número de donantes está dando el suficiente reconocimiento a esta realidad: cuatro donantes financian el 96% de las intervenciones sensibles a la nutrición», señala Gómez, advirtiendo de la necesidad de ampliar el número de gobiernos y actores implicados.

Este informe muestra cómo pese a que la nutrición reporta estabilidad, desarrollo económico, inclusión y paz, sigue estando subfinanciada por la comunidad internacional: se estima que se necesitan 2.500 millones de dólares anuales para cumplir las metas marcadas por la comunidad internacional, pero solo se están aportando 867 millones de dólares cada año. Para Acción contra el Hambre la tendencia es especialmente preocupante, ya que los niveles actuales de financiación son inferiores a los del 2013, y recomienda el uso de mecanismos innovadores para financiar la nutrición, vinculando al sector privado, así como la mejora de los mecanismos de rendición de cuentas de la financiación de la nutrición. «El informe nos servirá para hacer un seguimiento más cercano de los cumplimientos financieros de los donantes».

El informe también subraya cómo los conflictos armados en cerca de 50 países ralentizan los avances hacia el fin de la desnutrición: los países sin conflictos logran reducir un 1,1% anualmente sus niveles de desnutrición frente al 0,26% de los países en guerra. «Desde Acción contra el Hambre estamos enormemente preocupados no solo por el impacto directo de las guerras en la salud nutricional de la población civil sino también por el creciente uso del hambre como un arma de guerra», apunta el director de incidencia y relaciones institucional de la organización, Manuel Sánchez-Montero.