¿Se ha planteado alguna vez que vive rodeado de productos en cuya cadena de producción ha intervenido la infancia? Simplemente, mire a su alrededor.

Probablemente, usted esté leyendo ‘Espacio 3’ con un móvil o una tablet en la mano, o en su ordenador portátil. Con toda probabilidad también, entre los componentes de las baterías de estos dispositivos se encuentre la explotación infantil. Buena parte del cobalto que se usa para su fabricación proviene de la República Democrática del Congo, en cuya extracción participan más de 40.000 niños y niñas entre 7 y 15 años, que cargan sacos de hasta 40 kilos en jornadas que a veces alcanzan las 24 horas.

Si acompaña su lectura con un café, sepa que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte de que el trabajo en las plantaciones afecta a la salud física y mental de niños y adolescentes, con consecuencias como el envejecimiento prematuro, accidentes y enfermedades como la ansiedad y la depresión. Por ejemplo, en Costa Rica, se estima que la mitad de los recolectores de café son menores.

Si lo suyo es el té, tampoco se libra. Según la OIT, alrededor de 50 millones de niños cultivan este producto en toda África.

¿Va usted vestido? Casi seguro que sí. Pues, pese a que muchos estados lo prohíben, Human Right Watch ha documentado casos de niños y niñas menores de 15 años que trabajan en fábricas textiles y que son escondidos cuando llegan los inspectores.

¿Se maquilla? El brillo de la sombra de ojos o el colorete se debe a la mica. La mayor parte de ese mineral lo extraen niños indios que bajan a las minas durante 12 horas por 3 euros.

¿Luce joyas de oro? Niños de apenas 8 años lo extraen en pequeñas minas de Tanzania, lo que supone un grave riesgo para su salud e incluso para sus vidas.