Miles de personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y sus familias nos estamos enfrentando al covid-19 con dolor, fuerza y esperanza, junto a nuestros profesionales y voluntariado. Frente a la lentitud desesperante de la Administración, el movimiento asociativo de Plena inclusión Aragón, que aglutina a más de cuarenta entidades, se está revelando como un poderoso y eficiente instrumento de solidaridad.

Desde el principio de esta crisis estamos ofreciendo respuestas rápidas y centradas en necesidades concretas: atención telemática, búsqueda de EPIs, apoyo a domicilio, encuentros on line de formación y consulta… Pero nuestra contribución solo es una gota de agua en un océano de necesidad.

Nos preocupa qué será del sector de la discapacidad intelectual tras la pandemia. Nuestras entidades prestan, de forma concertada con la Administración, la mayoría de los servicios al colectivo: tutelas, residencias, centros ocupacionales y de atención temprana... Pero ahora se están evidenciando con crudeza las debilidades del sistema de atención que, sin ser nuevas, se hacen visibles ante esta dura situación.

Desde el punto de vista financiero, somos un sector muy frágil. La crisis del 2008 ya supuso un duro varapalo. Aceptamos el más con menos de la obligada austeridad, y hace ya más de diez años que estamos infrafinanciados. Esto, más el sobrecoste asociado al covid-19, pueden provocar un alto riesgo para la sostenibilidad de las entidades. Sin medidas de apoyo pueden perderse, de manera irreversible, buena parte de los servicios que, durante más de tres décadas, se han ido implantando con el esfuerzo de las familias. La labor de las entidades de Plena inclusión está siendo fundamental para minimizar los estragos que el coronavirus podría haber causado en nuestro colectivo. No es cuestión de suerte, la clave reside en su modo de trabajar en red, compartiendo recursos y experiencias. Visto su papel en esta emergencia, esperamos que, una vez demostrada su utilidad, su financiación aumente.

También habrá que tomar medidas en los centros especiales de empleo de iniciativa social si se quieren conservar los puestos de las personas con discapacidad con especiales dificultades de inserción.

Ahora es el momento de arrimar el hombro, ya vendrá el tiempo de las conclusiones. Entonces, será imprescindible que, una vez superado este episodio, abramos un debate que conduzca a una revisión de nuestro actual sistema de cuidados, contemplando sus fortalezas, pero sin obviar o restar importancia a sus carencias, ahora más visibles que nunca. Así podremos afrontar con valentía y decisión los principales retos pendientes. Sobre ello debemos reflexionar, y mucho, quienes tenemos responsabilidades en el sector y en la Administración.

Desde Plena inclusión Aragón esperamos que esta crisis pueda convertirse en una oportunidad para lograr una mejor atención a las personas que la precisen, y que el apoyo a quienes son más vulnerables se convierta en un compromiso y una prioridad.