Dos de los grandes retos a alcanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son combatir el cambio climático y sus efectos (objetivo 13) y garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles (objetivo 12). Según informes de la UE, el sector de la construcción es responsable del 40% de las emisiones de CO2 y del consumo energético a nivel mundial; por lo tanto es imposible alcanzar dichos objetivos si no se toman medidas urgentes en este sector, y se modifican los patrones de consumo de las viviendas.

Cuando se habla de cómo disminuir el consumo energético de una vivienda, siempre se piensa en la eficiencia energética de los electrodomésticos y en el uso de bombillas LED. ¿Tan importantes son de verdad estos consumos energéticos? Según datos de Eurostat, del consumo energético total de una vivienda, los electrodomésticos y la iluminación suponen el 33.2% y el 66.8% se debe a la climatización y producción de agua caliente sanitaria.

En España, todas las casas que se venden o alquilan poseen un certificado energético en el que consta la demanda de energía de calefacción, refrigeración y ACS al año, así como el CO2 que emite. En función del CO2 emitido, califica la vivienda entre clase G y clase A.

Desde la UE, con el fin de paliar el problema de consumo de energía y emisiones de CO2, se publicó en el año 2010 la directiva europea 2010/31/EU (modificada por la directiva UE 2018/844), según la cual, a partir del 1 de enero del 2021, todos los edificios de nueva construcción de la UE deberán ser de consumo de energía casi nula. Las Naciones Unidas, ya en un informe del 2016 (United Nations Environment, Emissions Gap Report 2016) señaló al estándar constructivo Passivhaus como «el referente más ambicioso y contrastado a la hora de acometer la lucha contra los efectos del cambio climático en el sector de los edificios».

El estándar Passivhaus limita la demanda energética, tanto en calefacción como en refrigeración, a 15 kWh/m2 año, lo que supone aproximadamente un ahorro de hasta el 90% de la energía para climatizar nuestra casa y un gasto de aproximadamente un euro por m2 en calefacción al año. De esta manera se reduce considerablemente la hipoteca que hace que cada vez con más frecuencia las familias no puedan hacer uso de la calefacción en sus casas.

Este factor es muy importante para alcanzar el ODS 1.4, garantizando que, en particular los pobres y los vulnerables, tengan los mismos derechos a servicios básicos; también para el ODS 7, que propugna una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos. Pero estas viviendas no solo destacan por el ahorro energético, sino también por la alta calidad de aire interior y confort que se consigue, tan necesario para alcanzar el objetivo 3, que habla de garantizar una vida sana y promover el bienestar.

Las administraciones públicas de nuestra comunidad autónoma, conscientes de su eficacia en cuanto a calidad de aire y confort y de la drástica disminución de su demanda de energía, ya han apostado por realizar viviendas sociales bajo este estándar constructivo, adelantándose a la imposición normativa. Pretenden de esta forma no solo ayudar a frenar el cambio climático, sino aliviar el gasto mensual de las familias que ocupan sus viviendas para favorecer también de esta manera una salud adecuada de la unidad familiar.