Escritora marroquí afincada desde niña en Cataluña. El martes habló en CaixaForum Zaragoza de cómo la escritura le ha servido para unir esos dos mundos tan distintos desde su perspectiva de mujer migrante e hija de familia musulmana.

-- ¿Cómo se define?

--Pues no sé. Mujer, escritora, nacida en Marruecos y criada en Cataluña. Esas son mis coordenadas.

-- ¿Sigue manteniendo alguna relación con Marruecos?

-- Voy poquito, y lo hago más como escritora y a otros lugares que no son precisamente mi lugar de nacimiento.

--Su último libro ‘Siempre han hablado por nosotras’, ¿es un alegato feminista?

-- Claro, es un ensayo-manifiesto feminista sin ningún tipo de dudas sobre los derechos y las libertades de las mujeres sin concesiones, porque a nosotras, siendo hijas de familias musulmanas, muchas veces se nos pide que busquemos un feminismo aparte, condicionado por los marcos de la cultura, la religión, la lealtad al grupo al que pertenecemos. Y yo, lo que defiendo es que quiero una libertad sin ningún tipo de límite, como lo reclama cualquier otra mujer. No quiero conformarme con interpretar los textos religiosos, ver qué dicen y a partir de ahí que se me conceda algún tipo de derecho en base a eso.

-- ¿Es usted musulmana?

-- Yo nací musulmana, pero soy exmusulmana. No soy creyente.

-- ¿Qué características particulares tiene el machismo musulmán?

-- Es un patriarcado como todos los machismos, pero con la complejidad de que algunos de sus elementos están vertebrados por la religión, algo común también a todas las religiones monoteístas. Yo, personalmente, lo que más he sufrido en mi propia piel es la segregación entre hombres y mujeres, la falta de libertades y esa presión tremenda sobre nuestros cuerpos y sobre nuestra sexualidad. Hay un entramado entre lo religioso y cultural muy difícil de separar.

También existe un elemento que nos va a la contra especialmente a las mujeres, y es que en el mundo árabe-musulmán, todavía a día de hoy hay muy pocos países en los que se haya separado realmente lo religioso y lo político. El hecho de que no existan sociedades laicas de origen musulmán nos va especialmente a la contra a las mujeres.

-- ¿Cómo califica el velo?

-- Como un elemento de dominación patriarcal puro y duro. Se le ha querido dar otro significado, que si identitario, que si religioso, que si cultural. Pero yo no creo que se pueda negar el significado original y es que somos las mujeres las que tenemos la obligación de taparnos, de no resultar un problema para el deseo de los hombres

-- ¿Entonces, no estará de acuerdo con el velo en las escuelas?

-- En Primaria es algo clarísimo. No tiene ninguna justificación que las pequeñas vayan con pañuelo. Y ya que no podemos preservarlas de esa imposición en otros ámbitos, como el de la familia, porque es imposible actuar allí, pues al menos tengamos espacios de protección para la infancia que hagan frente a la obligación de ir tapadas, y cada vez a unas edades más tempranas.

-- El resto de sus libros han sido novelas. ¿Qué temas ha tratado en ellos?

-- La mayoría de mis novelas están centradas en la cuestión migratoria, y giran en torno al malestar que provoca esa situación de no ser de ningún sitio, siendo uno de los ejes fundamentales la situación de la mujer desde distintas perspectivas, también desde la sexualidad.

-- ¿Ha sufrido racismo?

-- El racismo es algo con lo que aprendes a vivir siendo de origen inmigrante. Todavía estamos en una sociedad con unas ideas muy estereotipadas, rechazando la presencia de cualquier persona extranjera, y con sectores de la sociedad a los que ni siquiera les hace falta datos ni argumentos para sostener esa posición. Esto lo encuentras en el día a día, en los sitios en los que se decide a quién se le da un trabajo, a quién se le alquilar un piso y a quién se excluye o incluye.

-- ¿De dónde le viene lo de escribir?

-- Como era muy lectora de pequeña, poco a poco empecé a escribir. Fue como un proceso casi natural entre lectura y escritura. Al principio era para entretenerme y pasar un ratito. Pero descubrí que se podía convertir en un instrumento muy poderoso, porque te permite canalizar cuestiones que ni siquiera sabes cómo darles cuerpo, y subversivo, porque es la única arma que he tenido para hacer frente a todo de lo que estamos hablando, tanto al machismo del que vengo como al racismo.

-- ¿Prepara ya el siguiente libro o tiene algún nuevo proyecto entre manos?

-- Sí. Estoy con una novela nueva. Quería abordar la amistad entre dos mujeres jóvenes. En muchas ocasiones, la amistad es el único asidero en el que agarrarte para seguir sobreviviendo.

- - Reside en Cataluña. ¿Cómo vive lo que está ocurriendo?

-- Estoy observando para intentar entender algo de lo que está ocurriendo. Quiero reflexionar con calma. Porque uno de los problemas que tenemos con este tema es que todo es tan acelerado que no nos permitimos siquiera pensar con un poco de tranquilidad.

-- En el 2012 apoyó un manifiesto a favor del federalismo y también ha apoyado a las confluencias de izquierdas.

-- Aquel manifiesto fue un intento de encontrar una solución al problema y de proponer algo que no fuera o ir hacia la ruptura o quedarnos como estábamos. El texto fue muy conocido por la parte del encaje de Cataluña en España, pero hay otra parte muy importante dedicada a las políticas sociales. Lo que ocurrió en esos años, desde un punto de vista social, fue tremendo. Y a día de hoy se siguen viendo las consecuencias. Los niveles de desigualdad han crecido y en el entorno de las personas de origen migrante esa desigualdad ha ido a más. Cuando hay un momento de crisis, los últimos en llegar son los primeros que se tienen que ir. Hay unas consecuencias catastróficas de la crisis que han supuesto unas heridas muy profundas de las que nadie se está preocupando. Creo que eso tendrá consecuencias a largo plazo y no muy positivas.