Reunirse alrededor de una partida de guiñote es estar en casa para un aragonés. Y reunirse ante un tablero de backgammon cumple la misma función para la comunidad rumana en la comunidad. Y más en estos días de primavera, en los que un buen grupo de inmigrantes ha encontrado en la plaza que forman las calles Don Pedro de Luna y Duquesa de Villahermosa su peculiar forma de recordar su lugar de origen.

«Venimos siempre que podemos, cuando nos deja libres el trabajo», explican con reservas. Se han convertido en un foco de atracción para el resto de los zaragozanos que descansan al sol en la plaza y no les gusta que les molesten. No llegan a la docena y lanzan los dedos con metódica obstinación, moviendo unos botones blancos y negros con unas reglas casi incomprensibles para los aragoneses.

Llegaron a Zaragoza en el 2008 y desde entonces han vivido lo más difícil de la crisis. Casi siempre ligados a la obra. «Ahora salen más cosas, pero todavía no estamos bien», asegura Cosmin Cerén. Cuando no tiene trabajo baja a la plaza de lunes a viernes. Los únicos días que descansan de la nostalgia y los juegos de mesa es el fin de semana. Además, esos días la calle no está tan animada de jubilados y estudiantes.

La asociación de inmigrantes rumanos Carpatica lleva unos años bajo mínimos. La actividad laboral de sus miembros no les permite organizar las reuniones con las que empezaron, así que las opciones de confraternización se han reducido en la ciudad. «Tanto el backgammon como el ajedrez son dos juegos muy populares en nuestro país, se pueden comparar a los juegos de cartas que se ven en los bares de por aquí», expresa la portavoz de la agrupación, Daniela Venter.

La comunidad rumana también se reúne en el barrio de las Fuentes a compartir su morriña. La asociación Acasa está trabajando en un local para poder ofrecer un refugio a todos los inmigrantes, uno de los colectivos más numerosos. Por el momento tienen la vista puesta en la fiesta de San Jorge, pues aquel soldado capadocio con alergia a los dragones, comparte en su amparo divino tanto a los aragoneses como a los rumanos (entre otros). El 23 de abril se celebrará en el parque de Atracciones de Zaragoza un buen número de actividades culturales para celebrar la fecha, expresa la promotora de la actividad, Gabriela Marginean. El año pasado se juntaron más de 6.000 personas y se espera que esta vez sean muchos más.

Al mismo tiempo, las familias de rumanos que tienen hijos nacidos en Aragón, tienen otra cita ineludible en el centro cívico Teodoro Sánchez Punter pues los fines de semana se programan juegos y cuentacuentos en rumano para que se familiaricen con el idioma de sus abuelos, pues con sus amigos de clase no tienen la oportunidad de practicarlo.

Mientras, la pareja de dados del backgammon lanzados dentro de su tablero en rojo y negro, tremendamente desgastado por el uso, acapara la atención de los vecinos del barrio de las Delicias que se acercan a mirar. «Son muy suyos», comenta con extrañeza Gavino Gracia. Los jubilados destacan que no montan follón, inmersos en sus propias nostalgias del pasado. «¿Y por qué tantas preguntas?», murmura Cerén agobiado por ser el centro de atención.