Semana Santa inmolativa. El sacrificio ha llegado hasta un bloque de pisos, hasta los trenes de cercanías. Los terroristas, además de asesinar y aterrorizar, dan un vuelco a los días, al significado de las cosas, hasta aquellas cosas que ya no tenían casi significado. No querríamos, queremos seguir igual, aunque igual no fuera gran cosa, pero no queremos cambiar a la fuerza, de repente, cambiar a fuerza de bombas. Queremos mantener el espejismo de que cambiamos más o menos libremente, según nuestro criterio, la evolución, la edad, lo que va pasando. Nos hemos acostumbrado a cambiar por anuncios, sin motivo, porque simplemente viene otra temporada y renovamos el armario, y eso es un triunfo histórico de la libertad, una posibilidad. Como mucho, reconocemos que cambiamos por las modas del capitalismo, que es el sistema de moda, el que ha salido triunfante de peleas de siglos. Que nos vamos adaptando a las modas y también a las probatinas y ensayos del capitalismo, ahora más liberal, en forcejeo constante con el estado del bienestar, y a veces con las posibilidades de una democracia siempre incipiente. A veces con avances objetivos. Por favor, cuándo hubiéramos soñado que un gobierno tuviera el mismo número de mujeres que de hombres. Es un detalle esencial, un agarradero definitivo para ver que la cosa avanza, que el sueño ilustrado no se agota. Un motivo definitivo para que el sueño persista, para empeñarnos más y mejor en el modelo, imperfecto y lleno de agujeros y trampas, lleno de zonas de sombra que no pagan el IVA, de paraísos fecales y aberraciones, pero con la esperanza de ir haciendo retoques, de que las mujeres existan, de que todo no esté regulado por la fe y sus variantes, de que haya un ten con ten, unas reglas a respetar. Todo eso está amenazado por los asesinos, sean suicidas o no. Aunque no consiguieran alterarlo todo, que está por ver, consiguen cortarnos el rollo, la idea de que se puede ir mejorando en general, sin machacar a otros ni al planeta, la microutopía. Es una idea que a veces desaparece, que siempre está amenazada, interesadamente desprestigiada, cuestionada por una realidad abrumadora, pero que existe y consigue avances y mejoras. Es una idea laica (si es que puede haber una idea religiosa), abierta, posible. Hay que seguir mejorando, cada día entre los cascotes.

*Periodista y escritor