La comarca Bajo Aragón-Caspe, en la provincia de Zaragoza, se unió ayer a las tres oscenses de Cinca Medio, Bajo Cinca y La Litera en el regreso a la fase 2 de la desescalada al aparecer numerosos brotes de coronavirus. Es el primer retroceso en España y la constatación más evidente de que el covid-19 no se ha ido y que por lo tanto la situación exige una responsabilidad primero individual, después de las empresas donde se producen concentraciones de personas para mantener la higiene, la protección y la distancia social, y también de las autoridades sanitarias que en Aragón ya han tomado decisiones para atajar con rapidez el brote y evitar que se produzca una transmisión comunitaria. De momento todos los casos son leves, saldrán más porque se están realizando pruebas PCR, pero el aviso es serio.

En estos rebrotes que ponen en riesgo el control del coronavirus se mezcla un cóctel de factores. ¿Por qué si la transmisión se había frenado y los casos disminuido de modo favorable, como apuntaba Sanidad, estas comarcas de Aragón se salpican con nuevos focos? El primer factor es la irresponsabilidad de muchos ciudadanos. Las ganas de salir después del confinamiento y la llegada del buen tiempo está provocando situaciones en las que todos podemos contemplar cómo no se cumplen las mínimas normas exigidas por las autoridades. Los pueblos oscenses y zaragozanos afectados, no se quedan al margen de esas ganas de salidas y quedadas. La desescalada del ocio afecta y es importante, pero no es lo único.

Otro factor importante es el lugar en el que se detectan los casos. Están todos ligados con empresas hortofrutícolas que viven en la actualidad ese momento álgido de la recogida de los productos del campo, época en la que ya de por si, sin ningún virus, se han producido en otras ocasiones situaciones muy complicadas. Buena parte del empresariado de estas zonas aragonesas y de este sector mantiene un régimen de funcionamiento poco ejemplar en cuanto a contratación de personal, lugares de pernocta, bajos salarios, escasez de seguros, etcétera y diríase que este año no estaba preparado para mantener unas medidas de seguridad como las que dictan las autoridades sanitarias, Es cierto que estas comarcas tienen una economía frágil, inestable y tienen una gran dependencia de estos trabajadores temporeros que llegan todos los años para la recolección de la fruta. La protección que estas actuaciones empresariales tienen en la comunidad es un factor que se une al cóctel que provoca los rebrotes. La fruta no se puede dejar sin recoger, pero hay que hacerlo evitando riesgos.

Y junto a ellos ayuntamientos y comarcas que no tienen mucha capacidad de maniobra para prevenir situaciones de este tipo y que muchas veces las diferencias partidistas provocan la no asunción de medidas concretas. Aquí la tarea es global y ninguna administración debe ir por libre, sino aunar esfuerzos para establecer albergues o lugares de asueto para esos trabajadores que impidan los alojamientos actuales y la falta de medidas de distanciamiento en plena calle.

Es preferible tomar medidas por exceso que por defecto, pues da la impresión que esta pandemia tiene mucho recorrido.