Cuando una viaja, y lo hace a menudo, comprueba cómo a cualquier ciudad europea, más o menos pequeña, acuden cientos de visitantes venidos de otros lares, llamados por el ofrecimiento de disfrutar del patrimonio que se les presenta. Un patrimonio apreciado que se traduce en inversiones de infraestructuras que potencian su valor y que, en muchos casos, comparativamente, es mucho menor de lo que nosotros, en nuestra ciudad, podemos ofrecer. Uno de nuestros tesoros artísticos y que estos días de fiestas ha vuelto a lucir, es el Rosario de Cristal, no lo digo por lo que me toca, que he tenido el honor de diseñar el conjunto de faroles pertenecientes a los Misterios Luminosos, sino que me hago eco de numerosos observadores que han descubierto por primera vez una gran obra que está catalogada cómo única en el mundo. Se imaginan un museo en una plaza cualquiera de Viena o de Albi, por ejemplo, donde pudiera ser expuesto y repuesto en su totalidad, seguro que sería motivo suficiente para visitar la ciudad. ¿Por qué aquí no? El Ayuntamiento tiene que ser más sensible y establecer su total apoyo. No es suficiente salir solo en su procesión.

*Pintora y profesora de F.P.