Las primarias del Partido Popular han traído a primer plano a un político muy peculiar, José Manuel García-Margallo. El ex ministro de Asuntos Exteriores concurre a las elecciones internas con remotas posibilidades de salir elegido, según las encuestas. Circunstancia, sin embargo, que no le está impidiendo desarrollar una campaña activa y crítica.

Particularmente, con o contra Soraya Sáenz de Santamaría.

La ex vicepresidenta del gobierno de Mariano Rajoy parece haber provocado sus alarmas ideológicas, incluso sus iras. Margallo está siendo con diferencia el candidato más agresivo. Haré todo lo posible para que Soraya no comande el grupo parlamentario; El PP es un yermo ideológico; el 50% de los votantes son cargos o El partido está en riesgo de desaparición han sido algunas de las abundantes perlas que este outsider ha ido dejando a su paso por las sedes electorales.

¿Quién está detrás de Margallo? ¿Obedece su candidatura a una operación de altos vuelos, con poderosos nombres ocultos en la sombra? No parece, por ejemplo, que José María Aznar esté impulsando su apuesta. Con Aznar, Margallo fue eurodiputado, por lo que apenas participó en las decisiones centrales del partido.

Sí comparte Margallo con Aznar lo que éste llama el ideario atlántico, consistente, más o menos, en un neoliberalismo en la estela de Reagan, Bush y Trump, a base de bajar impuestos a las empresas, congelar salarios y encomendar a los mercados el equilibrio económico.

Margallo, no obstante, que es economista por Deusto y doctor en Derecho (tiene una destacada formación) clama contra el austericidio de Europa en la época Merkel.

Su programa de gobierno, de ganar unas elecciones generales, se centraría en lo que llama las «Cuatro Cés»: Corrupción, Cataluña, Cambio y Compensación social. Margallo reformaría la Constitución defendiendo la unidad de España y evitando los federalismos asimétricos, y en paralelo refundaría su partido, devolviéndolo a la militancia y limitando los mandatos a ocho años.

Demócrata cristiano y monárquico en origen (fue compañero en la transición de José María de Areilza y Pío Cabanillas) pasó por UCD y cuando ésta quebró ingresó en la Coalición de Manuel Fraga.

A sus 74 años muy bien llevados ha visto de todo y puede decir lo que quiera. El caso es que alguien le escuche o le vote.