La cartelera cinematográfica nos ofrece esta semana Un pueblo y su rey, del director francés Pierre Schoeller. Una cinta que no pasará a la historia del séptimo arte, pero que cumple un papel didáctico, centrado en el derrocamiento de Luis XVI y en su ejecución en la guillotina.

El guión está pautado en paralelo a los acontecimientos políticos que fueron precipitando la caída de la monarquía. Desde la toma de La Bastilla, el 14 de julio de 1789, al 21 de enero de 1793 cuando la cabeza del ciudadano Capeto cayó al cesto en la plaza de la Revolución (hoy de La Concordia).

El elenco de personajes reúne a los principales tribunos que, con su ardorosa palabra, contribuyeron decisivamente al cambio de régimen: Marat, Danton, Saint Just y Robespierre. Sus propuestas parlamentarias inclinaron progresivamente la balanza de la Convención, hasta la dramática votación en la que la teoría del destierro defendida por La Montaña (los diputados más conservadores) sería derrotada por la pena de muerte.

La historia sigue ahí, para cualquiera que quiera consultarla. A diferencia de Francia, España no llegó a hacer su revolución republicana y mantuvo una monarquía que, con los paréntesis de la Primera y Segunda República y de la dictadura franquista ha llegado hasta hoy, si bien moderada por el orden constitucional y habiendo sido Juan Carlos I pieza importante para la normalización democrática.

Los partidos clásicos de la Transición no cuestionan la monarquía borbónica ni la nomenclatura de Reino de España aplicada a la nación española, pero los nuevos, Ciudadanos y Podemos, especialmente, parecen tener algunas dudas. Albert Rivera se ha declarado republicano y Pablo Iglesias no oculta su deseo de sustituir la Corona por la instauración de una Tercera República.

Pero, ¿han plasmado estas tesis en sus programas electorales o se trata de simples opiniones, de teatrales y pasajeros postureos de campaña? Más bien da la impresión de limitarse a esto último.

Estando, por otra parte, Felipe VI, o esa impresión da, muy tranquilo con respecto a un futuro que los españoles de a pie o apenas debaten o no cuestionan.