Los certificados de reparación entregados ayer por la ministra de Justicia, Dolores Delgado, a los familiares de once represaliados del franquismo --entre ellos seis familias aragonesas-- llega tarde, pero es necesaria. Tan necesaria como la exhumación de los cuerpos de todas las víctimas que nunca habrían deseado reposar junto a su verdugo, en un edificio para más gloria del régimen que les asesinó. Y no es una cuestión de izquierdosos resentidos, como se encarga de proclamar la derecha nacional. Es una cuestión de justicia. Alguna vez se han parado a pensar ¿qué ocurriría si víctimas de ETA fueran inhumadas con sus asesinos en un mismo mausoleo? Sería inconcebible, inhumano y cruel. Muy cruel.