Esta semana hemos leído dos informes complementarios: el del INE y el de Unicef. Lo que cuenta uno se explica en el otro y viceversa. En el primero se nos informa de que España se hace vieja a toda velocidad. Este año, y van cinco consecutivos, ha vuelto a bajar la natalidad, que ya era muy escasa. Los datos demográficos por comunidades son demoledores: nacen menos en todas y en algunas mueren más. Eso que se llama crecimiento vegetativo negativo, es decir, pérdida de población, es una realidad en Castilla y León, Aragón, Asturias, Extremadura, Cantabria, Galicia y Euskadi. O sea, el déficit no es solo el de las cuentas del Estado. Unicef ha puesto encima de la mesa el informe bianual de la infancia en España, un documento espeluznante que retrata un país de mierda. Perdonen el cultismo, pero no puede decirse nada mejor de un Estado que condena a la miseria a 2,3 millones de niños. Casi la mitad de las parejas que tienen tres hijos viven en la penuria. Una cuarta parte de los que tienen un solo vástago, también. Como dijo la directora de políticas de infancia de Unicef, "tener hijos se ha convertido en España en un factor de riesgo de pobreza". El desempleo de los mayores desde que empezó la crisis ha situado en el abismo a miles de familias que vivían razonablemente bien antes. España es uno de los pocos países de la UE en los que no hay prestación universal por hijo. La austeridad ha recortado una parte de los recursos destinados a las políticas educativas y sociales. ¡Cómo van a parir las mujeres en esas condiciones! Que paran ellos, los que en este 2014 ya han recuperado todo lo que perdieron en la crisis, los que hablan de cambio de ciclo, de recuperación y de la Virgen del Rocío. Por si el escenario no fuera ya sórdido, hoy es posible que salga Gallardón a informarnos de que los embriones son sagrados y hay que traerlos al mundo porque su religión lo manda. Al peor ministro de Justicia de la democracia no le conmueven los niños que se van a la cama sin cenar, sino los embriones que podrían quedarse sin su correspondiente vida miserable una vez nacidos. Eso sí es miserable. Periodista