El temporal se llevó al Mallorca a su paso por tierras aragonesas. Pero no fue 'Gloria' el azote a pesar de que la borrasca presidió el partido disputado en La Romareda ante una de las entradas más flojas que se recuerdan. El castigo a los baleares lo infligió un Real Zaragoza que pasó por encima de un oponente de Primera para ganarse a pulso un lugar entre los dieciséis equipos que el viernes entrarán en el sorteo de los octavos de final de Copa, la competición fetiche de un equipo en la que solo acumula menos títulos que otros cinco equipos. Algo tan sagrado, ya lo dijo Víctor, jamás puede ser un marrón. Bendita locura.

Es más, el Zaragoza dignifica la Copa como el que más. Lo hace a base de rasmia, nobleza, valor, bandera y orgullo, auténticas señas de identidad de una escuadra que mira al adversario siempre de frente. A los ojos. Da igual su talla y su envergadura. Puede ser más alto, pero no más grande. Y esa autoestima y la confianza en sus propias fuerzas le convierte en un ser temible.

El Mallorca sucumbió como antes lo hicieron tantos otros. El Zaragoza lo superó en cuerpo y alma. En fe y en fuerza. Pero, sobre todo, en fútbol. A pesar de la borrasca y en un ambiente desangelado. Independientemente de la supuesta inferioridad respecto a un rival también plagado de suplentes. Nada de eso importa. El Zaragoza gana por inercia. Porque es un ganador y se lo cree. Porque cree en lo que hace. Y hace lo que quiere.

El repaso se materializó en la segunda parte, pero el equipo de Víctor lo había preparado antes del descanso. La primera mitad estuvo envuelta en tedio, sí, pero se diría que formaba parte del plan. El Zaragoza se apoderaba del balón ante un Mallorca replegado que esperaba su oportunidad para salir en velocidad. Los aragoneses, notables en la presión tras pérdida, buscaban sendas por el interior a través de enlaces cortos que, sin embargo, solían terminar en el borde del área balear.

Aunque parte de la fórmula del éxito de este Zaragoza es su capacidad para manejar diferentes recursos, como el envío largo en busca de la velocidad de sus jugadores más adelantados. También trató de explotar ese arma en busca de Álex Blanco, aunque sin demasiado éxito. De hecho, una falta lanzada de forma magistral por Kagawa que repelió el larguero fue el único bagaje ofensivo en toda la primera parte. El Mallorca, en todo caso, basaba sus intentos en lanzamientos a media distancia de Abdón que nunca encontraron el destino pretendido.

Menos mal que Mateu Lahoz había decidido animar el cotarro. Ya lo había anticipado al comienzo, cuando amonestó de una tacada a tres zaragocistas -Grippo, Kagawa y Atienza- por protestar una acción sin mayores aspavientos. La caprichosa decisión encendió a La Romareda, que no entendía semejante afán de protagonismo del trencilla. Pero Mateu, a lo suyo, mostraba una indignante desgana. Incluso señaló el final de la primera mitad cuando faltaban siete segundos para que el reloj alcanzara el minuto 45. Evitar eso también es dignificar la competición.

El paso por los vestuarios devolvió a un Zaragoza dispuesto a ejecutar lo planeado. Y lo hizo pronto. A los tres minutos, una apertura de Ros encontró a Clemente, cuya diagonal hacia dentro culminó con pase a Kagawa para que el japonés, muy activo, prolongara hacia Álex Blanco y que este batiera a Fabricio.

El tanto abrió al Mallorca y, por tanto, dejaba huecos a un Zaragoza que a punto estuvo de ampliar la renta dos minutos después, pero Puado no dio suficiente fuerza a su remate tras aprovechar un grave error defensivo del Mallorca y con Fabricio fuera de la portería. Aunque, justo después, Pozo disfrutaría de la mejor ocasión de los visitantes al cabecear fuera por poco un centro lateral de Sastre.

Pero todo acabó a la jugada siguiente. Deprisa y corriendo, como estaba previsto. Linares y Puado bordaron una contra que el catalán culminó con un toque de seda propio de un futbolista de altura.

La lluvia arreciaba pero la borrasca era un Zaragoza desatado empeñado en divertirse para divertir. Y el partido se convirtió en un recreo en el que brillaron dos niños, Clemente y Soro, una asociación deliciosa. El primero destapó el tarro de las esencias para servir una golosina a Soro que este compartió con el mayor, Linares, que también se lo pasó en grande. El Mallorca, que ya solo podría maquillar el resultado con un gran gol de Febas, cayó víctima de un temporal que dio gloria bendita: el Zaragoza.

Zaragoza: Ratón; Delmás, Grippo, Atienza (Francés, min.79), Clemente; Javi Ros, Raúl Guti (James Igbekeme, min.61), Álex Blanco, Kagawa, Puado (Soro, min.68); y Linares.

Mallorca: Fabricio; Sastre, Xisco Campos, Sedlar, Baba; Pedraza (Señé, min.71), Febas, Take; Pozo, Trajkovski (Chavarría, min.58) y Abdón Prats (Alegría, min.66).

Goles: 1-0, min.48: Álex Blanco, 2-0, min.53: Puado, 3-0, min.73: Linares, 3-1, min.85: Febas.

Árbitro: Mateu Lahoz (Comité valenciano). Mostró cartulina amarilla a los locales Kagawa, Grippo y Javi Ros, y a los visitantes Sastre, Pedraza y Febas.

Incidencias: partido de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey disputado en La Romareda ante unos 6.000 espectadores.