Será en una Junta Extraordinaria de Accionistas que previsiblemente se celebrará el próximo mes cuando se formalice de forma definitiva la ampliación de capital que asumirá César Alierta en su totalidad y que dejará un significado rotundo. Ya lo tenía de manera implícita, sobreentendido porque siempre ha sido el palo que ha estado aguantando esta vela con el tronco de mayor grosor, pero a partir de ese momento, con el 49% de las acciones en su mano, el expresidente de Telefónica disfrutará del control absoluto del Real Zaragoza. El poder. El poder de decidir qué, cuándo, cómo y por qué. Si así lo deseara en el futuro, la potestad para dirigir el rumbo de la Sociedad Anónima Deportiva hacia la dirección que crea más conveniente en el sentido más amplio de la palabra, sin necesidad de más consenso societario. Al consejo también se incorporará Luis Blasco, ejecutivo de absoluta confianza de Alierta.

A través de Prado de Altaoja, el empresario aragonés ha sido desde el primer momento el accionista con más capital de la SAD (27,9%). A pesar de esa evidente preeminencia, Alierta ha dejado hacer. Durante estos cinco años con la Fundación 2032 al mando, el club ha contado con diferentes figuras de peso en su estructura orgánica, que han ido elevándose y precipitándose al tiempo que el ascenso no llegaba.

Este Zaragoza no ha alcanzado sus objetivos deportivos. Una, dos, tres, cuatro y cinco veces. Solo ese dato merecería una responsable autocrítica, señal inequívoca de altura e imprescindible para progresar. Alierta estaba pero no estaba. Ahora ha dado un paso al frente. Que no sea solo un movimiento societario, que se refleje de forma palpable en el día a día para que el club crezca y mejore. Que margen tiene.