La Segunda División es una categoría imperfecta. A un partido, la democratización de las fuerzas puede llegar a ser tremenda. Otra cosa son los esfuerzos de largo recorrido, que ahí es donde a los equipos se les descosen las costuras o se les aprecian las virtudes. Por eso, el Real Zaragoza marcha segundo con cinco puntos de renta sobre el tercero a la espera del encuentro del Girona en Miranda, que podría dejar las cosas igual o reducir la distancia a cuatro. Por eso, el Racing es último. De un partido frágil, el más flojo en muchas jornadas, donde mostró debilidades importantes y pudo perder y no perdió, el equipo de Víctor Fernández sumó un punto más, poco botín antes del inicio, bueno al final por cómo se desarrolló el encuentro. En una acción a balón parado, Álex Blanco sorprendió a Luca Zidane, que estaba mal colocado, y rescató un pequeño tesoro, mantuvo el invicto en el 2020 (cinco victorias y cuatro empates) y afianzó la segunda plaza. Guti había respondido previamente al primer golpe local.

En cierto modo fue una oportunidad perdida para el Real Zaragoza después de los resultados conocidos del Huesca (2-2 en casa con el Extremadura) y del Almería (derrota por 2-1 en Cádiz). Víctor Fernández cambió el ecosistema de inicio. Introdujo a Kagawa y sentó a Soro. El movimiento de piezas en el campo no dio resultado. Hasta el mejor escribano echa un borrón. El partido se torció en la primera parte a pesar de que todo sucedió en la segunda. El Real Zaragoza flirteó con la derrota en muchos instantes y la rozó como nunca en la segunda vuelta. Nieto falló en el 1-0, Burgui estuvo especialmente impreciso en la resolución de sus acciones, Kagawa triste... Como hacía tiempo, en Santander afloraron los defectos del equipo y sus pecados. Al final, también una de sus notorias virtudes. Siempre tiene una respuesta aunque la situación le lleve al límite. Es dificilísimo tirar a la lona a este Real Zaragoza. Su capacidad de resistencia, de supervivencia, es enorme. Gracias a ella sumó un mal buen punto contra el Racing.