Fueron dos de las quejas recurrentes de Víctor Fernández en la temporada pasada, cuando clamaba por el terrible déficit de su equipo en las dos áreas, en la propia y en la ajena, que no llegó a dominar de una manera regular en ningún momento, y también admitía el déficit físico de su plantilla, una cuestión en la que muchas veces se veía muy por debajo de sus rivales. Sin embargo, todo parece haber cambiado en este curso. El estreno victorioso ante el Tenerife trajo una versión de mayor fortaleza física del equipo, pero además fue capaz de dejar la portería a cero y tuvo la pegada suficiente para finiquitar el pleito ante un rival que firmó una mayor posesión, pero que no la tradujo en nada positivo.

El Tenerife se fue de La Romareda con un 61,9% de posesión, por el 38,1% que tuvo el Zaragoza. Es decir, salvo en momentos muy puntuales, como en el tramo final del primer acto, fue el protagonista en esa faceta. Además, remató en 16 ocasiones, ocho de ellas a puerta, por los 15 disparos zaragocistas. Más posesión y más llegadas, pero se fue de vacío.

El Zaragoza de Víctor, la temporada pasada, vivió muchos encuentros con más capacidad en la asociación que el rival, con una buena pinta en zonas intermedias pero con una clara fragilidad atrás y una escasez de pegada que le condenó en no pocos días. Ante el Tenerife, sin embargo, mantuvo la portería a cero, lo que solo logró en nueve jornadas en la Liga pasada. Es verdad que el rival tuvo llegadas, que mostró inocencia en los metros finales y que Cristian Álvarez tuvo que realizar hasta tres intervenciones de cierto mérito, pero al Zaragoza, con una zaga con Vigaray, Atienza, Grippo y Nieto, se le notaron menos las costuras defensivas que en muchos partidos de la temporada pasada, algo que deberá ratificar en el futuro.

Porque es evidente que lo sucedido el sábado en La Romareda puede no ser un patrón habitual para lo que resta de Liga, pero también que el Zaragoza que se intuye es muy distinto al equipo irregular y sin capacidad para resolver los encuentros que se veía en muchos partidos de la gris temporada pasada.

En ataque, la apuesta ofensiva del curso pasado no ofreció argumentos para confiar en ella, pero la puesta en escena en el estreno ante el Tenerife ya reveló un Zaragoza con pegada, con velocidad y con capacidad de ir al espacio, de buscar hacer daño a sus rivales en las transiciones rápidas. En este sentido, la presencia de Luis Suárez como referencia en la segunda parte resultó mucho más decisiva que la de Dwamena antes, ya que el ghanés no sacó provecho de su velocidad y no estuvo bien en el remate en las dos ocasiones claras que tuvo. Luis Suárez, sin embargo, mandó a la red la primera clara que dispuso.

Con lanzadores como Kagawa, Soro, que asistió en el primer gol, Álex Blanco, sobre el que cometieron el penalti del segundo, Javi Ros o Eguaras la potencia de los dos delanteros titulares puede salir muy beneficiada, algo que ya se dejó ver en el victorioso estreno liguero ante el Tenerife.