En una afirmación de la que no quiso aclarar su significado, el papa Francisco explicó, a bordo del avión con el que viaja a Marruecos, que le «gustaría» ir a España, pero que lo hará «cuando haya paz». La frase causó de inmediato sorpresa y, preguntado por los periodistas presentes sobre qué pretendía decir con ello, con una sonrisa reconoció que estaba hablando «de manera críptica». La cuestión se suscitó cuando una periodista española le entregó una carta en nombre de varios presos encarcelados en Castellón que le pedían que los visitara. Fue entonces cuando Francisco dicho que le gustaría ir a España y, de paso, mandó un saludo a toda la población carcelaria del país.

El Papa aceptó más preguntas, pero fue parco en sus respuestas. Por ejemplo, interrogado por la valla que separa Ceuta y Melilla de Marruecos para evitar la entrada de inmigración por los pasos fronterizos, sencillamente agachó la cabeza y dijo: «es muy duro, es muy duro».

Por otra parte, dio también una respuesta inesperada a la escena que esta semana él mismo protagonizó, en la que retiraba la mano cuando los fieles pretendían besarle el anillo. Dijo que esa reacción, que se hizo viral, no fue por él, sino «por los fieles». Explicó que el acto del besamanos le deja la mano «totalmente mojada» y que no quiere así convertirse en un agente transmisor de gérmenes.