Víctor Muñoz (15-3-1957), el jugador aragonés más laureado de la historia, regresa a casa por segunda vez. Lo hará como aquella tarde primaveral de 1991, cuando ya en el ocaso de su carrera fue solicitado por la directiva de Zalba para evitar que el Real Zaragoza descendiera. Dejó el Saint Mirrent escocés, acudió a la cita del equipo que le vio nacer y consiguió su objetivo en la promoción. Ya retirado, se hizo cargo de la secretaría técnica del club, puesto que había pactado con el entonces presidente como pago por sus últimos servicios. Fue despedido de un puntapié (también con el finiquito que le correspondía) y comenzó su periplo como entrenador, un viaje que le trae de nuevo a La Romareda por la fuerza de un destino que nunca evitará si el Real Zaragoza está de por medio.

La misión, ahora como técnico, será similar a la que asumió hace 13 años, aunque con lógicos matices. Deberá sacar del pozo a un conjunto roto, camino de la perdición y con menos valores futbolísticos que aquél del que formó parte en la recta final de intenso trayecto deportivo. El mismo destino quiso que fuera testigo de excepción de uno de los momentos más dramáticos y dantescos del club aragonés. Sentado en el banquillo del Villarreal, como responsable de la dirección del equipo castellonense, ganó al Real Zaragoza en El Madrigal, lo envió a Segunda División y contempló una lamentable batalla campal.

Dos temporadas después empezará una nueva aventura, y lo hará --otra vez el capricho-- frente al Barcelona, el equipo donde forjó su leyenda como futbolista y acumuló un rosario de títulos antes de ser el quinto jugador español en militar en el calcio , concretamente en la Sampdoria. Será el jueves en el partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey, que se disputará en el Camp Nou. Y en su primer encuentro de Liga, trascendental para el Real, tendrá como rival al Mallorca, el club que le ofreció la primera oportunidad como técnico.

Metódico

Trabajador infatigable, metódico, flexible y muy exigente consigo mismo y con quienes le rodean, Víctor Muñoz encaja en teoría en el perfil de entrenador ideal para una situación de estas características. Los datos de su carnet de identidad ayudan, y el cariño y el respeto que le profesa la afición en general, también. Pese a su escasa experiencia en la élite, que se restringe a su estancia en el Villarreal, la apuesta del club por su contratación se antoja coherente. Antepone la inteligencia a cualquier otro valor deportivo, y suele desmitificar precisamente la figura del entrenador, entronizada hasta la exageración.

Mallorca, Logroñés, Lleida, Villarreal, Real Zaragoza... Su currículum como futbolista es más deslumbrante, aunque posiblemente le sirva de poca ayuda en el cargo que ocupará a partir de esta tarde, cuando dirija su primer entrenamiento. Olímpico en 1980, aún como jugador del equipo aragonés, disputó el Mundial de México-86 después de no haber sido seleccionado para el de España-82. &0 veces internacional, participó también en la Eurocopa de 1984, con derrota en la final de París ante la Francia de Platini.

Ramillete de títulos

Profundo admirador de Tardelli, conquistó una Liga, dos Recopas, dos Copas del Rey, una Copa de Italia, dos Copas de la Liga y una Supercopa de España. Con el 10 a la espalda, fue referente del Bar§a, donde coincidió con Maradona y Schuster. Después, en Génova, disfrutó junto a Vialli...

El Real Zaragoza ha puesto su delicado destino en manos de un luchador, de un aragonés no siempre reconocido en su tierra, para que le empuje con su espíritu ganador. Víctor Muñoz Manrique, un hombre poco dado a los sueños, soñaba con este momento. Sabe que es un reto complicado, pero ¿tuvo alguno vez uno fácil este gladiador?