El Ministerio de Fomento se desentiende por completo de las líneas ferroviarias de medio recorrido que existen en Aragón. Y la respuesta del Gobierno autónomo es la de mantenerlas... pagándolas al cien por cien con fondos de la DGA. Para empezar, habrá que poner cuatro millones de euros. Así cualquiera resuelve los problemas.

La supuesta solución al anunciado cierre de líneas pone sobre la mesa dos evidentes incongruencias. De un lado, deja al descubierto la nula influencia del Gobierno aragonés sobre el Ministerio de Fomento, cuya titular se deshace en buenas palabras pero luego no pone un céntimo. De otro, la trampa que hay en muchos de los ajustes destinados a reducir el déficit; tales recortes son al final una simple derivación de partidas de los Presupuestos Generales del Estado a los de las comunidades más maleables, como Aragón.

Ojalá no estemos volviendo a los tiempos en que Aragón era la cenicienta de los ministerios, y las inversiones del Gobierno central llegaban con cuentagotas. Si así fuese, nuestro futuro quedará comprometido.