Las administraciones locales y las confederaciones hidrográficas pierden millones de litros de agua por el mal estado de las redes de abastecimiento de las ciudades. A ello hay que sumar los fraudes o los errores en la medición. Eso se traduce en miles y miles de euros y en la reducción de agua embalsada, que en épocas de sequía es especialmente necesaria. Según los datos de la Encuesta sobre el suministro y saneamiento del agua, un tercio del agua que entra en las redes de distribución de suministro se pierde y todo por la desidia.