El empeño del presidente de las Cortes, Antonio Cosculluela, por compaginar su cargo con el de alcalde Barbastro, resulta más que incomprensible. Nadie duda de la honradez de este hombre y está fuera de cualquier duda que le mueva cualquier tipo de interés pecuniario. Sin embargo alguien debería convencerle de que tratar de mantener ambos cargos hasta el mes de junio parece fuera de todo lugar. Y que el presidente del Gobierno aragonés y secretario general del socialismo aragonés haya accedido a ello, parece igualmente un sinsentido. Cuando aceptó convertirse en presidente de las Cortes ya debió haber dimitido como alcalde. Y simplemente por respeto a ambas instituciones. Sus funciones exigen dedicación exclusiva y mal parece que pueda hacerlo si tiene que estar con un pie en Zaragoza y otro en Barbastro. Un presidente de las Cortes tiene un sinfín de tareas, tantas como para tener que dedicarse en cuerpo y alma a ello, sin que su atención y afanes tenga que empeñarlos en otras responsabilidades. ¿Han pensado que esa compatibilización es un desdoro para el alto cargo que ocupa en nombre de todos los aragoneses? ¿No hay en Barbastro en las listas socialistas alguien que puede ejercer las tareas de regidor? Esta situación no debe prolongarse un día más y tanto el propio Lambán como la ejecutiva socialista deberían tomar las medidas oportunas sin dilación alguna, o tendremos que pensar que existen razones de peso para no hacerlo. Por respeto a la ciudadanía, deberían hacerlas públicas. Profesor de universidad