Que España está enferma es algo tan obvio que apenas plantea discusión. Reflejo de la falta de criterio, precariedad e improvisación de la mayoría de nuestros dirigentes, el país se ha estancado en una inercia de tendencias negativas: desempleo galopante, pobreza social en preocupante incremento, nacionalismos extremos, intolerancia social, violencia gratuita, racismo, machismo, prostitución, mafias, tráfico de drogas, homofobia, cultura basura… Lacras que golpean a los estamentos más débiles, y en especial a los jóvenes y menores de edad.

Mónica Rouanet, psicóloga y novelista, trata profesionalmente a diario con muchos de esos sectores marginados, en particular con adolescentes cuyos mundos se han venido, primero arriba, pero en seguida abajo por culpa de las adicciones. Su nueva novela, No oigo a los niños jugar, será presentada la próxima semana por un sello, Roca, que sigue apostando por el descubrimiento de nuevas voces narrativas.

Sus páginas nos transportan físicamente a un centro para adolescentes, una clínica especializada en el tratamiento de patologías psiquiátricas agravadas o provocadas por el abuso de los estupefacientes, el sexo o el juego, entre otros peligrosos hábitos. Causando en las inteligencias y emociones de muchos chicos y chicas de quince, dieciséis, diecisiete años, serios trastornos.

En sus nebulosas mentes y en sus alteradas personalidades nos irá introduciendo la autora utilizando las armas de la novela psicológica, con tintes de terror y género negro, incluso con la aparente sucesión de hechos sobrenaturales que convierten esa clínica de jóvenes en un lugar donde la medicina y la magia, la hipnosis y la terapia, la lucidez y el sueño parecen convivir.

Ese clima onírico creado por la pluma ágil, muy dinámica en la creación de escenas y diálogos, de Mónica Rouanet, nos hará dudar un capítulo y otro de la realidad, como si esta, y el tiempo presente, se escurrieran entre nuestros dedos, dando libre paso a una serie de dolorosas fantasías sin datación ni espacio concretos, a medio camino entre el presentimiento y el recuerdo, el descanso y la vigilia.