La última vez que el escritor griego Petros Márkaris estuvo en Zaragoza le llevé a ver la Expo, el Plata, los grabados de Francisco de Goya y el Teatro Principal. De este último admiramos bambalinas y tramoyas, subimos hasta los telones, veinte vertiginosos metros sobre el escenario, caminando por las suspendidas pasarelas como fantasmas de la ópera, en una experiencia inolvidable que el autor griego disfrutó enormemente y que tal vez un día, quién sabe, utilice en alguna de sus novelas policíacas…

La que sí ha exprimido a fondo el Teatro Principal en una trama de intriga ha sido Leticia Crespo Mir, una nueva e interesante autora zaragozana editada por el sello El Gato Negro, pilotado por una Marina Heredia siempre atenta a descubrir nuevos valores de la literatura aragonesa, hoy por hoy de las mejores y más variadas del país.

La primera novela de Leticia Crespo, recién distribuida en librerías, se titula El revoloteo de la pamparola. Propone a los lectores la resolución de un enigmático crimen cometido en plena función, con la platea y los palcos del Principal abarrotados de espectadores asistentes a una función operística de Madame Buterfly. La soprano que interpreta a la desdichada muchacha japonesa engañada por un oficial norteamericano se daba muerte con una daga en la ficción del libreto… y también en la realidad, porque de repente un cadáver pondrá una nota de horror a la caída del telón.

A partir de allí, la autora, segura de haber conseguido un efecto lo bastante dramático como para mantener la atención de los lectores, se aplicará a la resolución del caso según los cánones clásicos de la novela policíaca. Nos presentará a su heroína, una inspectora, y a su entorno profesional, familiar y sentimental, a fin de hacerla creíble, una persona de carne y hueso, más que arquetípico personaje. La trama no se lo pondrá nada fácil, porque el enigma lo será y las pistas y sospechosos irán conformando un puzzle de difícil resolución, hasta sus capítulos finales.

El amor por Aragón que destila la escritura de Crespo Mir se materializa en el uso de términos del aragonés bien traídos y mejor interpretados, en una curiosa mixtura de lenguaje tradicional y moderno que confiere al texto originalidad y sus propias señas de identidad.