Las nuevas tecnologías y técnicas de la comunicación amenazan con convertir nuestra memoria colectiva en memoria de pez. Tradicional o antiguamente atesorada en hechos relevantes ocurridos durante una larga porción de nuestro pasado reciente, dicha memoria social o política está comenzando a desaparecer, a desvanecerse —junto con sus contenidos— como tal facultad.

A nivel de experiencia personal, si de pronto nos acordamos de un hecho importante suele ser porque otro, de alguna manera, aunque sea caprichosamente relacionado con este, acaba de suceder. Pero en pocos minutos, sin embargo, procederemos a olvidar ambos sucesos o episodios para volver a concentrarnos tan solo en ese incesante y trepidante presente que nos absorbe y domina hasta tiranizarnos.

Si a este fenómeno, enfermedad, epidemia o lacra de desmemoria generacional le sumamos el auge de las noticias falsas (fake news) ya tenemos montada la perfecta tormenta desinformativa.

La progresiva ausencia de archivo mental y la paulatina falta de criterio intelectual vienen generando entre grandes capas de población una permanente confusión e indecisión que tan solo benefician a las ideologías extremas.

Las cuales, poco a poco, van viendo justificados sus más radicales presupuestos ideológicos gracias a la disolución de las referencias democráticas propias de un sano orden parlamentario.

Los frecuentes ejemplos de desmemoria generacional deberían hacernos reflexionar porque cada vez son más agudos.

El debate de los indultos a los presos independentistas, que iba a hacer temblar los cimientos del país, ha pasado página (y al olvido), sin que haya sucedido nada de nada.

De la salida del país del rey emérito ya ni siquiera se habla y hace meses que no nos llega una noticia ni una imagen de él.

Del mismísimo covid, una amplia parte de la población está simplemente prescindiendo incluso en su nivel informativo.

¿Olvidos, contradicciones…? El hecho es que la moral pública y los principios básicos de los comportamientos sociales más elementales están cambiando a la vista de todos sin que nadie haga casi nada para corregir su degradación.

¿Mentira o verdad? Mejor, memoria o mentira.