Ya estaría. Anunciado, implantado y funcionando correctamente. El certificado covid ha pasado su primer fin de semana siendo obligatorio en locales de ocio nocturno, celebraciones en hostelería y grandes eventos. Han tenido lugar conciertos multitudinarios y bares y restaurantes han seguido llenos. Ni el pasaporte ni el frío ni los contagios han variado sustancialmente el tiempo de asueto de los aragoneses.

El miedo, la reticencia o la incertidumbre, llamémosle como queramos, ha perdido fuerza. Queramos o no hemos aprendido a vivir, sobrevivir y malvivir en pandemia. Con el coronavirus de subida, de bajada o estancado nos acostumbramos a variar nuestro día a día lo mínimo posible. Echar la vista atrás nos cuesta, nos duele y nos asusta. Por eso quizá lo mejor es quedarse en el presente y mirar lo justo hacia delante.

Las cifras de contagios y vacunación son las que son. Los expertos comparan y las curvas avalan. A mayor inmunización de la población, menor propagación del virus, menor ocupación de las ucis y menor mortalidad (patologías y edad aparte). La puesta en marcha del certificado covid tiene como uno de sus objetivos precisamente ese, incentivar la vacunación. Y parece que lo está consiguiendo.

Las colas a las puertas de los centros de salud el pasado viernes saltaban a la vista. Se repetían por todo Aragón. Allí confluían los que acudían a pedir cita al médico de cabecera, a solicitar el código pin para obtener el certificado de vacunación y los que querían inmunizarse. Estos últimos son la población diana de la implantación del pasaporte. Viendo que con una orden el Gobierno de Aragón podía ponerlo en funcionamiento habría sido interesante ahorrarse las idas y venidas con el Tribunal Superior de Justicia de Aragón. En plena séptima ola, con los contagios de coronavirus ya por encima de los 300 diarios y la incidencia acumulada rozando límites que creíamos haber dejado atrás, toda medida eficaz e inmediata es de agradecer. Y esta, sin duda, lo ha sido.

Quizá el espaldarazo definitivo para completar la inmunización en nuestro país sería estudiar ampliar la obligatoriedad del certificado covid a otros ámbitos. Por ejemplo, el laboral para determinados colectivos o el público para el transporte, el gimnasio o los centros comerciales. Supone otro nivel más elevado y delicado al que ascender en el control de la pandemia pero igualmente digno de estudio. Lo deseable, en cualquier caso, sería la celeridad. Lo peor, lo sabemos de sobra, es dilatar cualquier adopción de medidas. Que se asuma o se descarte, pero que se haga rápido y sin mareos. A menudo esto es lo que más cabrea de todo. H